Las autoridades han dejado quietas las investigaciones, pese a la captura de cuatro señalados responsables. Hasta ahora, se mantienen en la hipótesis de una confusión.
Hoy, 29 de diciembre, se cumple un año de uno de los crímenes que más ha conmovido al país: la masacre de la familia Lora Rincón, ocurrida en pleno centro del municipio de Aguachica, en el departamento del Cesar.
El 29 de diciembre de 2024, sobre el mediodía, mientras la familia, liderada por el pastor Marlon Yamith Lora, su esposa Yurlay Rincón y sus dos hijos, Ángela y Santiago, compartía un almuerzo en el restaurante Sorbetes y Sabores, tras un servicio religioso dominical de la iglesia Príncipe de Paz, sicarios armados que se movilizaban en motocicleta abrieron fuego contra ellos sin mediar palabra.
En el acto Marlon, Yurlay y su hija Ángela Natalia perdieron la vida, mientras que su hijo Santiago, herido de gravedad, falleció dos días después en una clínica, elevando a cuatro el total de víctimas fatales.

Artículo relacionado: Masacre en Aguachica, Cesar: cuatro miembros de una misma familia fueron asesinados a tiros
Primeras hipótesis
Desde el primer momento, las autoridades descartaron que fuera un hecho aislado. El crimen fue rápidamente vinculado al crimen organizado y a una posible confusión en la identidad del objetivo real de los sicarios: según reconstrucciones oficiales, quienes ordenaron el ataque buscaban a una mujer apodada “La Diabla”, a quien pretendían asesinar en represalia por hechos conexos en la región.
La similitud en la vestimenta y estatura entre la hija del pastor y la presunta objetivo del ataque habría sido, según la investigación inicial, el desencadenante del error fatal.
Artículo relacionado: Asesinan en Medellín a ‘la Diabla’, pieza clave en investigación de masacre de familia cristiana en Aguachica
Sin embargo, con el avance de las pesquisas, la Fiscalía y la Policía han explorado otras líneas investigativas que incluyen extorsión y relaciones entre el pastor y estructuras delictivas, incluyendo vínculos de llamadas y contactos con personas relacionadas con el crimen organizado, aunque ninguna hipótesis ha sido aún plenamente confirmada como determinante único.

Investigación y capturas
Tras intensas labores de inteligencia criminal, las autoridades lograron identificar y capturar a varios de los presuntos responsables del ataque. En febrero de 2025, un operativo conjunto entre la Policía Nacional y la Fiscalía permitió la detención de cuatro hombres señalados como involucrados en la planificación y ejecución de la masacre. }
Un juez de control de garantías impuso medidas de aseguramiento en centro carcelario a los cuatro sindicados, con cargos que incluyen homicidio agravado, fabricación tráfico o porte ilegal de armas de fuego y otros delitos conexos.
Artículo relacionado: “El sicario disparó contra las víctimas equivocadas”: principal hipótesis de la Fiscalía sobre masacre en Aguachica
La Fiscalía General de la Nación informó que la investigación sigue abierta, con análisis periciales, de llamadas, de cuentas bancarias y de grabaciones que están siendo cotejados para determinar el móvil real detrás del crimen y si existieron redes de apoyo más amplias.

Un año después, el dolor persiste
La masacre dejó a Aguachica y a Colombia en estado de conmoción, el crimen de una familia reconocida por su liderazgo religioso y su vinculación con la comunidad generó un amplio rechazo social y la exigencia de respuestas concretas de las autoridades.
Hoy, amigos, feligreses y vecinos se reunieron en el sitio del crimen para elevar oraciones y recordar a los Lora Rincón, en actos que también han servido para renovar llamados por una justicia eficaz en un contexto de violencia y presencia de grupos armados ilegales en varias regiones del país.
La iglesia Príncipe de Paz, que dirigía la familia, ha continuado sus actividades con un nuevo pastor al frente, en un intento por sostener el legado de fe y apoyo comunitario pese a la tragedia.
Un año después, el eco de ese ataque persiste en Aguachica y sus alrededores. Más allá de la búsqueda de justicia en los estrados judiciales, la comunidad se aferra a la memoria de quienes perdieron la vida de forma violenta y reclama, una vez más, respuestas sobre la violencia que marcó su historia reciente.




