El Gobierno español se une a la condena y reafirma su compromiso contra el racismo en el deporte.
Por: Juliana Benavides.
La emoción del clásico en el Santiago Bernabéu terminó opacada por un episodio lamentable que no tuvo lugar en el césped, sino en las gradas. En medio de la euforia por su triunfo 3-0, los jugadores del FC Barcelona, Lamine Yamal y Raphinha, se convirtieron en blanco de insultos racistas provenientes de sectores de la afición madridista. Frases ofensivas como “puto moro” y “a vender pañuelos al semáforo” hicieron eco en las redes sociales, desatando un repudio generalizado.
El Real Madrid, rápidamente, emitió un comunicado condenando enérgicamente el acto y afirmando que abrirá una investigación para identificar y sancionar a los responsables. “Nuestro club rechaza rotundamente cualquier comportamiento racista o violento en el fútbol“, declararon, y aseguraron que se tomarán las medidas disciplinarias necesarias para garantizar un entorno seguro en sus instalaciones.
Por su parte, LaLiga se unió a la condena, informando que llevará el caso ante la Fiscalía de Delitos de Odio y la Brigada de Información de la Policía Nacional, con el objetivo de erradicar cualquier manifestación de racismo en el fútbol español. La institución reafirmó su compromiso de lucha contra el odio en los estadios, insistiendo en que “en el deporte no hay espacio para esta lacra.”
El Gobierno, en voz de la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, expresó su rechazo a los ataques y reiteró su determinación de no permitir que este tipo de agresiones se normalicen en los escenarios deportivos. “Total apoyo a los jugadores y a la denuncia de LaLiga“, escribió en su cuenta de X.
A medida que avanzan las investigaciones, el episodio marca un nuevo llamado de atención sobre la persistente presencia del racismo en el fútbol, recordando que, aunque el juego evoluciona en el campo, la batalla contra el odio sigue siendo parte de su realidad.