Aunque el hombre fue dejado en libertad tras el crimen de una joven de 19 años, registrado en 2016, la denuncia por acto sexual violento lo vuelve a poner a disposición de las autoridades.
Un juez con funciones de control de garantías, tras analizar el acervo probatorio presentado por un fiscal, dictó medida de aseguramiento intramural en contra de Carlos Andrés Quejada Santos por el delito de acto sexual violento agravado, el cual no se allanó.
De acuerdo con el ente investigador, el imputado habría realizado tocamientos libidinosos a una menor de 16 años de edad en Montería, Córdoba, “así como otro tipo de vejámenes al punto de intentar accederla carnalmente de forma violenta a lo que la menor puso resistencia”.
Quejada, quien es pastor evangélico, también habría convidado a un hotel a la adolescente para estar con ella, hechos que le fueron revelados a una familiar de la menor, la cual le contó a la abuela de la misma, quien tomó la decisión de denunciarlo.
La Fiscalía detalló: “El caso se presentó el 1 de junio del año anterior en la residencia del presunto agresor y donde funcionaba la Iglesia Cristiana Cristo es La Roca ubicada en el barrio Cantaclaro, de Montería, donde fungía como pastor”. El hoy imputado fue capturado mediante orden judicial el pasado 13 de julio y, aunque negó su responsabilidad en los hechos, tras las audiencias concentradas el juez lo envió a prisión.
La Fiscalía destacó que Quejada Santos había estado vinculado junto a otros dos hombres al feminicidio de Nataly Salas, de 19 años, registrado en diciembre de 2016 en la laguna de oxidación de la ciudad de Montería.
El cuerpo de la mujer fue encontrado con signos de violencia sexual y tortura. Familiares de Nataly aseguraron que ella y Quejada tenían una relación sentimental, él se declaró inocente y aseguró que para esa fecha estaba en El Salado desarrollando una actividad de índole religioso, versión que fue respaldada por una testigo que el hombre presentó. Los otros señalados, Enio Peñata Herrera y Ángel David Sánchez Tordecilla, sí fueron condenados a 43 años y siete meses de prisión, mientras el pastor recobró su libertad, hasta ahora que enfrenta un nuevo proceso.
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