Aunque casi siempre que los seguidores ‘tiburones’ le ofrecen un gran espectáculo a su equipo, sus jugadores terminan defraudándolos en el campo de juego.
Por: Iván Peña Ropaín.
En la previa y en el comienzo del compromiso entre Junior de Barranquilla y Once Caldas por la fecha 4 en su grupo B, la hinchada le dio una gran bienvenida a los jugadores del cuadro ‘currambero’, lo que al final no fue recíproco.
Se apreciaron en las graderías, especialmente en las tribunas sur y norte, los cánticos de aliento de los junioristas, los que se conjugaron magníficamente con varios tifos, banderas, cintas, bolsas con los colores rojo y blanco y hasta enormes trapos con las figuras de las camisetas con las que se consagró campeón en la historia.

El apoyo al Rojiblanco por parte de sus adeptos fue bastante férreo, incluso cuando Carlos Bacca marró el penal, yendo las acciones cero a cero, cuando le empataron uno a uno y por momentos cuando iba abajo en el marcador.
Aunque luego, al ver que Junior no tenía con qué poder igualar las acciones y que ahora eran los nuevos coleros del cuadrangular B, terminaron silenciándose en el Metropolitano.
Lo cierto es que, casi siempre que la afición le ofrece al equipo en su casa un gran recibiendo, este sale dando una sorpresa, no de alegría, sino de amargura.
