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“Conversar con Andrés Salcedo era como leer el mejor de los libros”

Remembranzas del gran ser humano que conocí.

Por: Sergio García

De niño crecí con la voz de Andrés Salcedo. En los años 80’s, cada sábado nos extasiábamos sentados frente al televisor viendo los partidos de la Bundesliga de Alemania, mientras escuchábamos la narración del locutor hispano más importante del momento.

“Él es de Barranquilla, decía mi padre. Para ese entonces contaba con apenas 13 años de edad y soñaba con ser locutor. Quería ser como Andrés y que mi voz también se escuchara por la televisión. 

Benjamín Cuello y Andrés Salcedo Foto: La Chachara.org

Gracias a ‘Andrew’, como le llamábamos sus amigos,  me volví hincha del Schalke 04. Me causaban gracia los remoquetes con los que Andrés Salcedo bautizaba a las estrellas del fútbol alemán, en ese momento, la liga más importante del mundo.

Pierre “Migajita” Littbarsky; Karl-Heinz “Caperucita Roja” Rummenigge; Lothar “Mateito” Matthaeus o Wolfgang “el Osito” De Beer, fueron algunos de sus curiosos apodos impuestos.

Nunca le perdí la pista al gran locutor de voz rasgada y excelso vocabulario. Luego de su exitoso paso por la Deutsche Welle y Transtel, Andrés regresó a Colombia, esta vez como presentador de noticias a nivel nacional.

Años más tarde, gracias a la invitación de José Gómez Daza y Lucy Florez, tuve el privilegio de compartir set de noticias con Andrés Salcedo, en el canal regional Telecaribe. Allí nos volvimos grandes amigos, me contó muchas de sus anécdotas y se convirtió en mi mejor consejero.

“Buenas tardes-noches”, solía decir en la apertura del noticiero que se emitía a las 6:30 de la tarde, frase que generó duras críticas de los ortodoxos del lenguaje. 

Recuerdo como si fuera hoy la vez que acogió mi llanto en sus brazos, al enterarme al aire que mi primer hijo en gestación había sufrido ruptura de membrana, mientras mi primera esposa era traslada a Urgencias por varios vecinos. Andrés me abrazó, me trasmitió su fortaleza y me dijo: “Anda, ve a la clínica que yo me encargo de la presentación”.

La vez que más triste lo vi

Un par de años después le devolví ese abrazo solidario, luego de que en primera plana un reconocido periódico de Barranquilla lo señalara de haber cometido un grave delito, a raíz de una denuncia hecha por su hijo.

Fui hasta su apartamento en Salgar, Puerto Colombia, nos sentamos a conversar en el balcón mientras apreciábamos el ocaso. Con orgullo y con su maravillosa retórica me habló sobre la hermosa vista al mar que lo inspiraba a la hora de escribir sus libros.  

Debí romper el hielo y retomar el motivo de mi visita. Encendí la cámara y por primera vez para la televisión y por la amistad que nos unía, Andrés Salcedo accedió a hablar del presunto delito. Fue la vez que más triste lo vi, sus ojos se humedecieron y se veía golpeado por el castigo social al que estaba expuesto.

“Te juro que no he hecho nada de lo que mi hijo me señala, publicaron la noticia en el periódico sin tener pruebas en mi contra y sin una denuncia ante las autoridades”, expresó con voz entrecortada.

“Es algo que nunca esperé de un medio del cual soy columnista, debieron hablar antes conmigo y publicar también mi versión. Mi hijo es de los que primero dispara y después pregunta. Lamentablemente todo esto ha pasado porque no he accedido a pretensiones económicas”, finalizó.

Apagué la cámara y nos fundimos en un fuerte abrazo. “Creemos en ti, Andrés, cuando grande quiero ser como tú y escribir como tú lo haces”, le dije. Su respuesta nunca la olvidaré: “recuerda que hay gente que sabe escribir y otros que escriben muy bien”.

Andrés salcedo también fue compositor. Cuando trabajaba en Radio Guatapurí escribió el tema ‘Valledupar’, interpretado por los Hermanos Martelo.

Este 7 de enero despertamos con la triste noticia de la partida definitiva de Andrés Salcedo. Se fue a los 81 años de edad; se llevó consigo una mente prodigiosa, enriquecida de maravillosas experiencias internacionales, de escritos, triunfos, alegrías y tristezas.

Andrés murió chévere, sin dolor. Se sentía con la voz entrecortada y sin apetito, simplemente le dio náuseas y se fue a las 2:30 a. m., luego de sufrir un infarto”, relató Vilma, su abnegada mujer.

Se nos adelantó el viejo Andrew, Andrés Salcedo. Buen viento y buena mar, mi entrañable amigo.

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