En ese municipio antioqueño crece una ‘Jeffersonmanía’, gracias al gran rendimiento mostrado por el arquero en Junior de Barranquilla.
Por: Iván Peña Ropaín.
Dicen que desde la lejanía también se siente como si estuviera a unos cuantos metros el amor, los buenos deseos, el apoyo y la familia, matices de la vida que en este caso viajan 414 kilómetros de distancia, unas ocho horas, aproximadamente, desde el barrio El Prado del municipio antioqueño de Arboletes hasta la capital del Atlántico, para inspirar y alentar al arquero Jefferson Justino Martínez Valverde, quien con estoicismo ha sabido aprovechar, y con creces, la chance más tangible que ha tenido una vez fichara con Junior de Barranquilla.
Tales aspectos positivos y que horadan hasta lo más profundo del corazón, representan ese plus que tienen hoy día llameante bajo los tres postes a Jefferson, siendo el mayor motor toda aquella vibra que recibe de su familia cada que juega el Rojiblanco a través de la televisión desde enunciada población costera situada en la zona del Urabá antioqueño.
En casa de sus padres, donde hoy la piel que se usa es la del ‘Tiburón Blanco’, escualo que caracteriza desde tiempos inmemoriales al Junior de Barranquilla, religiosamente, pero con mayor fervor en los últimos cinco juegos en los que el portero de 29 años apareció como titular, los jefes del hogar: su mamá Nuris Valverde y su papá Concepción Martínez, han transformado el lugar de residencia en una nueva gradería del Metropolitano Roberto Meléndez, así como en su momento también en una del Atanasio Girardot de Medellín y del Manuel Murillo Toro de Ibagué, en los que igualmente ha tenido acción Jefferson desde que asumió la titularidad.
En los muebles de la sala y frente a la televisión, junto a los progenitores de quien se ha venido colando en los corazones de los seguidores del cuadro ‘currambero’, casi siempre se sientan a ver los partidos la hermana de Jefferson, Liliana Farley Martínez; su hermano mayor; Darwis Lozano Valverde; su pequeña sobrina, Sofía Palacio Martínez, y Santiago Ballesteros, uno de sus primos.
“Estamos muy felices, así como todo el municipio de Arboletes, por el gran trabajo que viene realizando Jefferson en un equipo como Junior, donde muchos saben que no es fácil destacarse por todo lo que representa el equipo en el fútbol colombiano, donde el ojo crítico está encima a toda hora, donde debes estar al 100% en cada partido para mantener una regularidad y ser tenido en cuenta en la nómina titular. Y eso, gracias a Dios, lo viene haciendo mi hermano, esperando todos acá que siga en ese nivel para que se consolide en Junior y lo ayude a salir campeón”, sostuvo a Impacto News Liliana Martínez.
Todos ellos, en compañía a veces de otros miembros de la familia, de vecinos y amigos de infancia, alientan, se emocionan, celebran y sufren como si estuvieran en una de las graderías del Metro, apasionándose todavía más porque uno de los hijos ilustres que tiene Arboletes hoy día, Jefferson Martínez, vive uno de los momentos de mayor brillo en su carrera y vistiendo los colores de uno de los grandes del fútbol colombiano y del principal club de la Región Caribe.
Apropósito de lo dicho por su hermana, su gran rendimiento en los partidos que ha actuado, una vez ingresó en remplazo de su colega Mario Sebastián Viera por lesión, el pasado 3 de abril en el duelo de la fecha 11 ante Alianza Petrolera y que ganó el Tiburón 1-0, no solo es causal de su humildad y disciplina a la hora de trabajar, sino de ese plus humano que lo liga con quienes a 414 kilómetros de distancia le envían bendiciones y le desean lo mejor del mundo: sus familiares, amigos y resto de residentes de Arboletes, donde naciera un 16 de agosto de 1993 este portero de 1,87 de estatura
Sin dudas, ha desencadenado una especie de ‘Jeffersonmanía’ no solo en Barranquilla, sino en su región, a la que lleva siempre en su mente y corazón cada que salta al césped de juego buscando representarla de la mejor manera. Es tanto la moda desatada en su tierra natal, que allí abundan los hinchas de Atlético Nacional de Medellín y de América de Cali, principalmente, pero quienes le “envían las mejores energías y resultados para su equipo”, desligándose del color de sus camisetas por las que hinchan, bien sea la del verde de los paisas o la del rojo de los caleños.
Recordemos que Jefferson Martínez tuvo entre 2019 y 2020 un paso por otro de los colosos del balompié patrio, Millonarios de Bogotá, donde actuó en 12 encuentros, uno por Copa Colombia y once por Liga, aunque no figuró mucho y optó luego por colocarse la casaca del Atlético Bucaramanga (2020, disputando 15 encuentros) y, posteriormente, la del Deportes Tolima, con el que no tuvo apariciones, decidiéndose finalmente por ir a la institución barranquillera.
Asentado en esta, a la que aterrizó a comienzos de 2022, hasta la fecha solo ha podido disputar diez compromisos, cinco en la temporada pasada y cinco en esta 2023, siendo su actual registro, aunque parezca poco para algunos futboleros, más que suficiente para empezar a galantear los corazones de una no muy fácil de convencer hinchada juniorista.
Esta maravillosa actualidad de Jefferson, que tiene en alborozo a los junioristas, ojalá y siga en alza no solo para bien del Junior de Barranquilla, que se halla en estos momentos en el lote clasificatorio de los ocho primeros (séptimo con 21 puntos), después de un duro inicio de temporada 2023, sino también para que desde Arboletes sus familiares, amigos y la población en general continúe sintiendo orgullo por el excelente papel que viene desempeñando bajo el arco del elenco de la Puerta de la Oro de Colombia.
Las pasiones, emociones, aliento y buenos deseos hacia Jefferson Martínez y hacia el Junior de Barranquilla, se volverán a posar frente a los televisores en esa población antioqueña, principalmente, en la casa de doña Nuris y don Concepción, a las 6:10 p. m. del jueves 27 de abril, día en que enfrentará en el estadio Palmaseca al Deportivo Cali, juego concerniente a la fecha 16 y que de ganarlo el Rojo y Blanco, ratificaría su presencia en los ocho primeros a cuatro fechas de concluir el torneo regular.