El presidente denunció un sistema de impunidad enquistado en la justicia, ligado al paramilitarismo, el clientelismo judicial y al uribismo. Asegura que la elección de Camargo perpetúa un ciclo de corrupción y silencio.
En una de sus declaraciones más duras contra el sistema judicial colombiano, el presidente Gustavo Petro cuestionó con vehemencia la reciente elección de Carlos Camargo como magistrado de la Corte Constitucional. A través de un extenso pronunciamiento, el mandatario aseguró que la justicia sigue cooptada por estructuras ilegales que, según él, se originaron en el “Cartel de la Toga”, con nexos políticos, paramilitares y económicos.
“El cartel de la toga fue construido desde abogados militantes de Cambio Radical para impedir que los procesos de parapolítica en la justicia avanzaran y tocaran a su jefe (Germán Vargas Lleras)”, denunció Petro, en alusión a sectores políticos tradicionales.
Para el jefe de Estado, la elección de Camargo representa mucho más que una designación judicial: simboliza, dijo, la continuidad de un modelo de impunidad estructural que ha impedido que se haga justicia por los crímenes del conflicto armado y por la corrupción enquistada en las altas cortes.
No obstante, el mandatario nacional no se quedó solo en la crítica política. Señaló directamente al “clientelismo judicial” como el mecanismo que ha permitido manipular los nombramientos en las altas cortes, perpetuando la impunidad y bloqueando procesos clave como los de la parapolítica y los falsos positivos.
“Con el clientelismo judicial se cambiaron las cortes y las cortes cambiaron la justicia. Yo te nombro aquí, tú me nombras allá. Así no se hará justicia en Colombia”, afirmó con contundencia.
Asimismo, aseguró que el nombramiento del exdefensor del Pueblo responde a una red de favores: “magistrados a los que Camargo entregó puestos lo designaron para que senadores con puestos lo eligieran”.
Petro fue más allá y trazó un recorrido histórico que, a su juicio, explica cómo el país llegó a este punto. Recordó sus debates en el Congreso sobre la parapolítica y la gobernanza paramilitar que, según él, fue el verdadero poder en Colombia durante décadas.
“La gobernanza paramilitar era lo que realmente gobernaba a Colombia (…) El voto se lograba con la amenaza de la muerte. Así se construyó el uribismo con mayorías electorales”, señaló.
Críticas a la Corte Suprema y la JEP
Petro añadió a su critica un fuerte interrogante a la Corte Suprema de Justicia:
“¿Por qué la Corte frenó la investigación judicial sobre la parapolítica? ¿Por qué quedaron las víctimas de la UP y el campesinado del norte de Antioquia en la impunidad?”. También arremetió contra el debilitamiento de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP):
“A la JEP le quitaron los dientes. No dejaron que paras y narcos confesaran ante ella. Un designio desde la Corte Constitucional acabó con el segundo pilar del Acuerdo de Paz”.
En un tono más personal, Petro se refirió a sí mismo como el único congresista que se opuso abiertamente a ese régimen de violencia y corrupción. “El senador envejeció algo más, y se volvió alcalde y presidente, votado por un pueblo que desea cambiar”.
Pero, según advirtió, ese cambio aún no ha llegado al sistema judicial. Denunció que el Cartel de la Toga, a pesar de procesos judiciales y escándalos públicos, aún sigue vivo, protegido por una red de poder que incluye a la Fiscalía y al Consejo de Estado.
Las declaraciones de Petro vuelven a poner sobre la mesa la urgencia de una reforma profunda al sistema judicial, aunque las posibilidades políticas de lograrla en un Congreso fragmentado parecen lejanas.
El cartel de la toga fue construido desde abogados militantes de Cambio Radical para impedir que los procesos de parapolítica en la justicia avanzaran y tocaran a su jefe.
El cartel es un mecanismo de enriquecimiento ilícito vendiendo sentencias y doctrinas judiciales.
