El saldo preliminar que manejan las autoridades de Medellín arrojaron cerca de 50 lesionados y más de 20 ‘barristas’ detenidos.
Por: Iván Peña Ropaín.
El diálogo de “fútbol en paz” que se había pacto entre las autoridades de Medellín y las ‘barras bravas’ del Independiente Medellín y Atlético Nacional, de cara a la final de la Copa Colombia dada en el Atanasio Girardot, terminó en violencia pura.
Ese estadio se convirtió, minutos previos a escucharse el pitazo final, en una batalla sangrienta. Todo estalló primero en las graderías, donde desadaptados de ambas escuadras paisas se comenzaron a trenzar con insultos.
Los del verde andaban oligofrénicos por el júbilo que sentían al ir ganando ese juego de vuelta y estar consagrándose campeones ante su rival de patio, mientras que los del rojo andaban “ardidos” porque otra vez estaban divisando un subcampeonato.
Pero al decretarse el final del compromiso y sentenciarse la victoria para Nacional, toda la ferocidad se trasladó hasta el terreno de juego, donde los jugadores y cuerpo técnico de ambos clubes tuvieron que correr a resguardarse a los camerinos.
En el gramado del Atanasio Girardot se violentaron los ‘barristas’, quienes no podían ser contenidos por los uniformados del Esmad de la Policía Nacional que habían sido dispuestos para contener cualquier conato de alteración del orden público, lo que no pudieron lograr. Tan acre fue la riña entre los ‘barristas’, que el plantel del verde que pertenece a los antioqueños no pudo efectuar el protocolario festejo en la cancha.
Solo hasta cuando la presencia del Esmad fue mayor, se pudo contener la horda de orates ‘barristas’ que volvieron a sembrar el terror en los estadios del país.
