Manuel Salas fue un formidable pegador chocoano que se quedó a vivir en Barranquilla, donde se forjó en esta dura profesión y dio el salto para poner en alto la bandera de Colombia.
Por: Iván Peña Ropaín.
Manuel Francisco Salas Rivas, de 57 años, es el nombre que entre los amantes del mundo del boxeo en Barranquilla volvió a resonar en sus oíos y a rondar en sus memorias tras años de andar caminando en silencio por las calles de la ciudad, y no por algo relacionado con esta disciplina deportiva, sino porque se trató de la persona herida por impactos de bala la noche del martes 24 de junio, momentos en que se hallaba sentado en una de las mesas de un restaurante de comidas rápidas en el barrio Montecristo, situado en el Norte-Centro Histórico.
A eso de las 11:45 de p. m., en el local de razón social ‘Donde Marce’, arribaron hombres a bordo de una motocicleta y dispararon de forma impía contra la humanidad de este exboxeador profesional que nació en Quibdó, capital del departamento del Chocó, y quien se radicó hace décadas en la Arenosa. Le provocaron heridas en su cabeza y abdomen, y sin perder el conocimiento, fue auxiliado por personas que estaban en el lugar y trasladado hasta un centro asistencial cercano, donde las últimas informaciones señalan que pelea por preservar su vida.
Quien cuando guanteaba en la élite del deporte de las “narices chatas” fue bautizó como el Playboy por su adulación a la ropa, las joyas y las mujeres, fue víctima de una posible retaliación delincuencial por temas de extorsión, ya que los “malandrines” en su huida arrojaron un supuesto panfleto firmado por el Bloque Resistencia Caribe (los Costeños).

“Vendiéndose como pan caliente” la noticia en los diversos portales informativos de la capital del Atlántico, el nombre y apellido Manuel Salas tomó realce cuando entre los avezados en el ‘box’ lo “revivieron” en sus recuerdos, siendo la primera reminiscencia la gran reyerta que sostuvo en un cuadrilátero internacional con el expúgil puertorriqueño y eminencia mundial en este deporte, Félix Juan Trinidad García, o “Tito” Trinidad, para que lo saquen más fácil.
En esa contienda por el peso wélter, efectuada en 1991 en el sector conocido como Tamiami, en Miami-Dade, Estados Unidos, esta archivada gloria del boxeo colombiano, pero la que por el ataque a bala que sufrió fue “resucitada” por la prensa, le dobló las rodillas al gran Tito.
Lo tiró a la lona, frente a la incredulidad de decenas de fanáticos que no podían aceptar lo que sus ojos le mostraban. El principal absorto por lo que acaecía era Carlos Cantillo, entrenador de Trinidad y quien era considerado en antaño uno de los mejores preparadores de boxeadores en América Latina.

Pensando muchos que la inesperada victoria sería para el Playboy, incluyendo a esos vetustos amantes de esta dura disciplina deportiva que hoy leyendo las noticias lo rememoran con agrado y nostalgia, el desenlace no fue así. Manuel Salas tuvo que bajarse del ring después de un par de episodios por una vieja lesión que comenzó a asomarse en su mano derecha, aunque se retiró con la frente en alto porque mandó al piso a Tito, lo que hicieron ‘poquísimos’ durante la ostentosa carrera del boricua.
Luego de ese momento de deleite, de otros más que vivió tras subirse a la “arena de combate” y de tratar de mantenerse en la actividad de alto nivel, como suele pasarle a muchos boxeadores por las malas decisiones, por los amores “avivados”, por las “rémoras” que siempre se adhieren al que “huele a dinero y a fama” y por la falta de un buen manejador, su vida dio un vuelco que lo arrojó a un común y corriente, lo que no lo inquietaba ni preocupaba, según contó él en algunas entrevistas del pasado.

Empezó a buscar más bien con el pasar del tiempo cómo ganarse la vida en distintas tareas informales, una de ellas siendo la de cuidador de carros en diversos puntos de los sectores de Montecristo y Barrio Abajo, donde ha residido durante su eterna estancia en su segunda ciudad. Se le vio en ese oficio muchas veces en las afueras del parqueadero del otrora Coliseo Cubierto Humberto Perea, hoy nombrado Sugar “Baby” Rojas, epicentro deportivo en el que se dieron formidables conciertos con artistas de talla internacional y en el que alguna vez se le percibió dando sus mejores golpes durante su carrera de boxeador.
En ese libro de remembranzas que desempolvaron y abrieron muchos doctos en Barranquilla respecto a lo que hizo el Playboy en el mundo de los guantes y las pantalonetas, también se habla del registro que dejó tras su retiro: 14 peleas ganadas (8 por nocauts), 21 derrotas (13 por la vía rápida) y un empate.
Su presente le ha expuesto a Manuel Salas un nuevo y duro escenario, y pese a que ya está retirado y sus puños y físico no son ni sombra de lo que eran en sus años mozos, continúa de pie en la contienda que quizás es la más ruda que ha sorteado, la de mantenerse indemne y con vida, “lanzando jabs, ganchos, opers, cruzados y manteniendo alineada su defensa” frente a ese rival que en algún momento nos gana a todos: la muerte.
¡Ojalá Salas vuelva a mandar a la lona y salga de esta con sus brazos arriba en señal de victoria!




