Las autoridades investigativas se encuentran al frente del caso para establecer responsabilidades.
Un velorio tallado por el silencio, los sollozos, las lágrimas de tristeza y una que otra oración pidiendo al “Dios del cielo” por el descanso eterno de Diego Armando Santana Gamarra, joven de 23 años recientemente ultimado, acabó alterando la noche del martes anterior el orden público en un sector del barrio El Bosque, en el suroccidente de Barranquilla.
De improvisto, un sujeto que se encontraba en el ritual religioso sacó un arma de fuego y, como si estuviese poseído, comenzó a realizar disparos al aire. No contento, continuó accionando el arma, pero esta vez contra el piso.
Como suele suceder por la “ley del rebote”, uno de los proyectiles tomó dirección hasta donde estaba sentada la niña Allison Serrano, de 14 años, quien resultó herida en uno de sus pies, por lo que fue trasladada de emergencias a un centro asistencial de la zona, donde por suerte pudo ser controlado el sangrado y se logró mantener estable.
Se supo de manera extraoficial que el difunto había sido asesinado días atrás en ese sector de la ciudad de Barranquilla, al parecer, en medio de una disputa que arrastran dos familias desde hace años, lo que tendría los ánimos caldeados y habrían llevado al sujeto a accionar su pistola.




