La familia de Mileidys no cree en la versión dada por su expareja de que ella provocó el incendio, cuyas secuelas la terminaron llevando a perder la vida.
La familia de Mileidys Miranda Herrera se niega a creer que ella haya causado el incendio en la vivienda en el barrio Santo Domingo de Guzmán, Barranquilla, que la llevó a la muerte el pasado miércoles 6 de marzo.
La emergencia ocurrió el 13 de febrero en el inmueble de propiedad de José Ramón Woo, su excompañero sentimental, ubicado en la carrera 1F con calle 72, las llamas no solo afectaron esa casa sino la de la madre del hombre, que queda ubicada al lado de la misma.
José Ramón aseguró que Mileidys entró a la vivienda en su ausencia y, mientras fumaba, causó el incendio: “En la madrugada del martes de Carnaval me vine a acostar donde mi mamá, yo le dije que ya no quería tener nada, ella entró a mi casa y cuando quisimos despertar ya había prendido la casa, estaba fumando y la prendió ella misma”, aseveró el hombre.
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Ana Lucía Miranda, hermana de Mileidys, dijo sobre el altercado que tuvo la pareja, que iba para cuatro años de relación: “El sábado de Carnaval mi hermana tuvo un problema en la casa de ella, al lado de mi papá porque él la estaba ofendiendo, estaban tomando y él la ofendió, por eso ella le partió la cabeza. Él la insultó, le dijo que no quería vivir más con ella, incluso, ella se quedó acá y el martes de Carnaval se fue para la casa de él. De ahí no supimos más de mi hermana”.
Sobre la versión del hombre, Ana Lucía aseguró: “Ella sí estaba en estado de embriaguez porque estaba tomando acá con los familiares, pero ella no prendió eso porque ella llegó, al parecer, le dan un golpe en la frente, un golpe contundente y la privan. Me parece que una persona que está privada no se va a levantar a prender eso. A mi hermana la operaron de ese golpe, le cogieron como 15 puntos de ese golpe contundente y tenía las rodillas raspadas. Muchos amigos de ella la vieron que iba muy bien. Al parecer, podría ser él (su expareja), además, hubo negligencia por parte de la familia de él porque a todos los auxiliaron, menos a ella, si hubiese sido ella habría prendido y salido corriendo”.
Según la denunciante, el hombre no le avisó a ella ni a su familia sobre lo sucedido, sino que se enteraron por otras fuentes, al irlo a buscar para pedirle explicaciones del hecho, él “se encontraba durmiendo” y les dijo que su hermana “se había querido quemar”.
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“Ellos siempre vivían en conflicto, cada vez que tomaban se agredían, ella se venía para acá y él la venía a buscar a los días. A toda la familia de él la sacaron, sacaron un televisor y la ropa de él, pero a ella no, a ella la sacaron los bomberos, ella como que tras el golpe que recibió, se levantó, se metió en el baño y prendió el chorro, los bomberos la pusieron como media hora en una silla. Ella no habló más ni vio más, estaba en UCI, estaba intubada”.
Con gran dolor e impotencia, Ana expresó: “Fue una injusticia lo que hicieron con ella, ni un animal se merece eso, mi hermana era una mujer trabajadora, muy humilde, antes de conocerlo a él tenía su negocio, tenía su esposo, sus tres hijos, alcanzó a tener ocho motos, tenía un carrito, un negocio de comidas rápidas frente al CAI, prestaba plata, regaba mercancía, desafortunadamente, se acabó su hogar y lo conoció a él que fue lo peor. Cuando lo conoció abandonó su casa, abandonó a sus hijos, a quienes se los llevó el papá”.
“Allá hay un Dios grande que no se queda con nada, es un Dios de justicia y eso no se le hace a nadie, ni al peor enemigo de uno, ni a un animal porque ella no se merecía morir así, eso no tiene perdón de Dios, no sabe lo que nosotros hemos sufrido, sus hijos, su mamá que está enferma, mi papá lo ayudaba mucho a él para que trabajara e hiciera gorras para que él le pagara así”.
Adolfo Miranda, progenitor de la mujer, aseguró: “Eso fue una injusticia y para mí allí hubo manos criminales porque una persona que estaba en ese estado en el que salió mi hija como vi en un video, alguien tenía que auxiliarla o venir a avisarnos, así como venía él cuando estaba borracho a empeñarme un celular o a prestarme $20.000 para seguir tomando, hubiese venido a avisarnos para nosotros auxiliarla a ella. Dios está allá arriba y la justicia de acá también lo puede capturar, él tiene la culpa porque no vino aquí, ni ha venido ni ha dado cara, él está huyendo porque sabe que si no lo hizo él lo hizo un familiar suyo”.
Informe: Alexander Ojito – El Ojo de la Calle
