Vecinos y allegados de los adultos mayores realizaron una velatón en la vivienda donde ocurrió el hecho criminal.
El doble homicidio de la pareja de esposos Roberto Vásquez Camargo y Porfiria Isabel Escorcia Villalba, de 88 y 80 años de edad, ha dejado un gran dolor en la ciudadanía barranquillera, especialmente en la comunidad del barrio Altos de Riomar, donde residían.
En la noche del pasado 14 de junio cuando fueron encontrados los cuerpos sin vida de los adultos mayores, muchas preguntas surgieron, porque ellos, a quienes les quitaron la vida de una forma tan cruel, con objeto contundente, en el interior de su habitación en una vivienda en la calle 94 # 56-58, son recordados como unos excelentes seres humanos.

”Estamos buscando explicaciones de qué pasó porque eran unas personas pensionadas del área de la salud, él era médico, ella enfermera, manejaban diferentes programa sociales, eran unas personas de luz para mucha gente y esa muerte fue una locura para nosotros porque esa manera tan violenta de morir no se justifica”, expresó una allegada en entrevista para Impacto News.

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Velatón por la vida, la memoria y la justicia
En la noche del pasado lunes 16 de junio fue realizada una velatón en las afueras de la vivienda donde residían las víctimas, a quienes destacan como dos pilares en la atención del VIH en Barranquilla, ya que durante décadas ofrecieron su conocimiento, cuidado y amor a quienes más lo necesitaban.
“El gremio de la salud se encuentra muy afectado, ya la mayoría de la gente sabe del tema del VIH, que él era un pionero aquí en Barranquilla y este dolor es muy grande porque nos quitaron a unos papás, unas personas que lo daban todo por los demás y nunca se negaban a nada. A pesar de la edad avanzada que tenían”, expresó la ciudadana.

La allegada recordó: “Nosotros compartimos el 2 de mayo, día que se hizo una actividad del Día de la Madre y ellos iban a viajar en esa misma semana por 20 días a Estados Unidos como lo hacían ocasionalmente y estábamos esperando reunirnos el 22 de junio para agasajar a los padres, en especial a él que era el padre de todos, ellos llegaron entre martes y jueves. Los recordamos con alegría y, a la vez, sentimos mucha tristeza y rabia por la manera en que terminaron. No se lo merecían, eran unas personas muy nobles, yo siempre los consideré unos ángeles aquí en la tierra que le dieron luz a la gente cuando había oscuridad, mientras mucha gente de salud tenía miedo de mirarlo a uno, ellos nos abrazaban”.
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Informe: Alexander Ojito – El Ojo de la Calle