El deceso del hombre se produjo cinco días después del accidente.
César Augusto Barandica, de 80 años murió siendo las 3:00 p. m. del 28 de julio a raíz de las secuelas que le dejó un accidente de tránsito registrado el 23 del mismo mes en Cascajal, corregimiento de Sabanalarga, Atlántico.
Roberto Fonseca Barandica, sobrino de la víctima, contó que su tío se movilizaba a pie, aunque iba empujando un triciclo en el cual transportaba la leña con que se se ganaba el sustento.
“El señor regresaba de sus labores en el campo, su oficio era cortador de leña, al llegar a la altura del sector Cascajalito, más exactamente por la antigua bodega de Límpido, una ruta de servicio intermunicipal Sabalarga-Ponedera, al tratar de adelantar un vehículo, se vio de frente con un carro que venía en su vía y al tratar de esquivarlo golpeó a mi tío“, señaló el hombre.
Con gran dolor, Fonseca comentó que hace mucho tiempo no veía a su familiar por la distancia entre sus viviendas; sin embargo, él estuvo al frente de la emergencia de su tío, quien fue llevado al Hospital General de Sabanalarga y después trasladado hasta la Clínica Campbell de Barranquilla.
“No tenía ni hijos ni esposa. Siempre se dedicó a la labor del campo, se ganaba el día como jornalero y al final por la edad ya casi nadie lo quería contratar, entonces se dedicó a cortar leña”, agregó al pariente.
El adulto mayor vivía con una hermana y además de ella cuatro hermanos quedaron lamentando su partida. Sobre los implicados en el accidente su sobrino dijo:
“El carro no se fue a la huida, le colaboró en el momento de sinestro prestándole los primeros auxilios, llamando a los organismos de socorro que fueron los que lo trasladaron. Estamos inconformes porque en el momento se llamó al cuadrante para que inmovilizara la buseta, pero el cuadrante hizo caso omiso, la buseta quedó circulando, hubo negligencia por parte de la Policía”.
César Augusto sufrió politraumatismos y un trauma craneoencefálico que, posteriormente, lo condujo a la muerte. Su familiar finalizó: “Era un señor muy querendón con los niños, compartía con ellos, siempre fue un hombre dado a su sombrero”.
Informe: Alexander Ojito – El Ojo de la Calle
