La actitud de la ministra Carolina Corcho ha chocado con sectores políticos por el proyecto, lo que parece ser toda una novela.
El tema de la Reforma a la Salud en Colombia parece una novela de ficción con un argumento que representa la realidad de un país en torno al acceso al sistema de Salud como derecho fundamental.
Cada día que pasa se desarrolla un nuevo capítulo con todos los elementos propios de una trama, con protagonista principal, villanos, intrigas, amenazas y un galán que lucha por dejar en buen puesto a la protagonista.
La Salud como personaje central, un proyecto de reforma que es el nudo a desarmar, un villano, que para muchos entendidos es el Gobierno, un galán, representado en los partidos presentes en el congreso, y un público espectador que espera que el final los deje felices y satisfechos, representado en el pueblo colombiano.

El más reciente capítulo de esta trama lo protagonizó el villano de la historia al que el desespero tocó sus fibras, y en su afán, casi agónico, por quedar bien con la protagonista, ordenó mover sus fichas para presionar al contrincante.
La nueva movida del Gobierno fue pedirles la renuncia a funcionarios pertenecientes a los partidos Conservador, La U y Liberal, quienes fueron nombrados tanto en este como en anteriores gobiernos.
La ministra del ramo, Carolina Corcho, ha sido fuertemente criticada por el sector político del país por su actitud radical ante las proposiciones hechas en torno a cambios en los textos de la ponencia, y que, según los presidentes de las colectividades, ya habían sido acordados.

El viernes en la noche, las noticias giraban en torno a la petición de renuncias a seis viceministros: de Transporte, Carlos Eduardo Enríquez y María Constanza García, aliados del partido Conservador; de las TIC, Nohora Mercado y Sergio Octavio Valdés, allegados a La U; y Felipe Arbouin y Aníbal José Pérez, con arraigo Liberal.
Y es que este proyecto de reforma la Salud, junto con dos reformas más, constituyen lo que muchos han llamado, la columna vertebral de la propuesta social del presidente Gustavo Petro (el determinador en la trama), de ahí el afán de hacerlo realidad a como dé lugar, incluso por encima de los cargos de algunos funcionarios y de la armonía que debiera existir al interior del Gobierno.
Sin lugar a dudas una de las grandes protagonistas de esta novela es Carolina Corcho, a quien todos la ubican como la villana de la historia, pues, aunque ella no es la autora del proyecto, es la designada por el presidente Petro para defenderlo a capa y espada.
Tanta importancia le ha dado el Gobierno a este proyecto que el mismo fue presentado en sociedad con toda la pompa que se muestra en el mejor de los eventos célebres del mundo, no solo de la política sino del ámbito farandulero en general.
Del otro lado de la historia están, como se había dicho, los denominados partidos de la coalición: Conservador, Liberal y la U, que en un deseo de contribuir con la propuesta del Gobierno, y defender sus propios intereses, asistieron a cuanta mesa de trabajo, reuniones y foros, se hizo, en donde el Ejecutivo justificaba dicho proyecto.
Habiendo conocido la letra menuda del texto presidencial, los partidos se atrevieron a presentar, cada uno desde sus sillas, propuestas, no de cambio, sino de refuerzo o de ingreso de algunos puntos que se consideraron necesarios para su contenido, fuera de más beneficios para los colombianos, según se dijo.
Entonces el Gobierno consideró que ya todo estaba acordado y celebró, de antemano, el triunfo de la reforma asegurando, a voz en cuello, que la iniciativa ya contaba con el 99 por ciento del apoyo requerido para su aprobación.
Pero, al conocerse que las propuestas hechas por los partidos no se reflejaron en el texto de la ponencia que se radicaría en el congreso, los presidentes de los partidos aliados, Dilian Francisca Toro de la U, César Gaviria del Liberal y Efraín Cepeda del Conservador, decidieron apartarse de la discusión del proyecto y retiraron su respaldo a la ponencia.

Finalmente, poco antes de las 12 de la noche del 31 de marzo, y tras una de las tantas reuniones que, supuestamente tuvo en secreto la ministra Corcho, fue radicada la ponencia con el aval, entre otros, de los ponentes Gerardo Yepes Caro, del Partido Conservador y Camilo Esteban Ávila, del partido de La U, quienes habrían desconocido la decisión tomada por sus partidos.
Los presidentes de las colectividades se reunieron con sus respectivas bancadas y decidieron, entonces sí, mantener su postura, ya con el aval de toda la colectividad.
Si bien los directores de los partidos avalan una reforma al sistema, lo que buscan es que el Gobierno de Petro no arrase con el sistema actual como se ha sugerido en diferentes intervenciones del mandatario, sino que, por el contrario, se fortalezca. El presidente y su propuesta, arrasaría con la Ley 100 de 1993, según los líderes políticos, que consideran que son muchos los logros que se han conseguido y es mucho lo que ha avanzado el sistema como para echarlo por la borda.
El presidente de los rojos, César Gaviria, anunció que su partido presentaría una reforma propia, con 17 propuestas y así lo hizo, argumentando que el sistema debe ser fortalecido.
Los tres partidos, Conservador, La U y Liberal se mantienen en su propuesta de apoyo al Gobierno si se les avala la sugerencia hecha por ellos, que incluye 133 puntos, de los cuales el Gobierno solo le avaló el 27 por ciento.
Sin embargo, según los entendidos, el gobierno se mantendrá firme y no acatará dichas proposiciones, lo que indicaría que el proyecto se quedaría con buen parte de los votos necesarios para avanzar en el primer debate a la ponencia en la Comisión Séptima de la Cámara.
El viernes la ministra Corcho, en un tono más centrado sugirió a los partidos que las propuestas o proposiciones hechas por ellos, debe acogerlas es el congreso en el marco de los debates, y no el Gobierno.
Este novelón apenas comienza, y el país está expectante sobre cómo será su desenlace. En todo caso, quien debe salir ganador es el colombiano del común y su acceso al derecho fundamental de la Salud.