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¿Qué pasó en el Metro? Tensión y disturbios tras la derrota de Junior ante Águilas Doradas

Confrontaciones en zona mixta y actos vandálicos marcaron el final de un partido sorpresivo.

Por: Juliana Benavides.

La jornada dominical en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez dejó más que un amargo sabor para Junior, que cayó 4-3 frente a Águilas Doradas. Los ánimos se caldearon de tal manera que una serie de confrontaciones en la zona mixta, encabezados por el técnico César Farías, terminaron por desbordar la tensión acumulada en el campo.

El incidente se desató cuando Didier Moreno, visiblemente molesto por un penalti no sancionado al final del partido, intercambió palabras acaloradas con José Luis García, técnico de Águilas. En medio de este intercambio, César Farías, intentó calmar los ánimos, pero la situación rápidamente escaló, atrayendo la atención de varios integrantes de ambos equipos.

Héctor Fabio Báez, gerente de Junior, y otros miembros del club se sumaron a la disputa, instando a los jugadores de Águilas a retirarse a su camerino. Carlos Bacca, en un acto de desahogo tras el partido, se unió a la petición, gesticulando hacia el equipo rival. Sin embargo, la calma fue efímera.

La escena se tornó más tensa con la intervención de Agustín Julio, delegado deportivo de Águilas, quien respaldó a su entrenador mientras otros jugadores intentaban contener la situación.

A pesar de la intensidad del momento, varios involucrados coincidieron en que no se había llegado a mayores extremos. Guillermo Celis, volante de Águilas, minimizó el altercado, sugiriendo que “son cosas que pasan en el fútbol”. García, por su parte, se mostró evasivo, señalando que el conflicto se debía a las “calenturas” propias de la competencia.

Sin embargo, lo que comenzó como un simple desencuentro entre jugadores terminó por extenderse a los aficionados. La frustración por la derrota llevó a algunos hinchas de Junior a realizar actos violentos como lanzar vallas hacia los vehículos de los jugadores. La camioneta de Bacca fue una de las afectadas, y aunque no sufrió daños severos gracias a su blindaje, el incidente dejó una sensación de descontento en el ambiente.

La policía tuvo que intervenir para controlar la situación, dispersando a los violentos mientras se escuchaban detonaciones de bombas de estruendo en las afueras del estadio. Para los árbitros y jugadores, la noche se alargó, ya que no pudieron abandonar el recinto hasta pasada la medianoche, atrapados en un clima de tensión que, aunque se había calmado, dejó huella.

La derrota de Junior no solo se reflejó en el marcador, sino que también puso de manifiesto las pasiones desbordadas que el fútbol puede provocar, convirtiendo un simple partido en un escenario de confrontaciones y descontento generalizado.

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