La institución no fue vinculada como sujeto procesal en la investigación.
*Un reciclador le reveló a Impacto News cómo logró escapar de la muerte.
En la memoria de los barranquilleros está el recuerdo de las muertes violentas de indigentes y recicladores puesta al descubierto en el Carnaval de Barranquilla de 1992 al interior de la Universidad Libre.
La investigación judicial arrojó que a las víctimas les quitaban la vida con el fin de extraer sus órganos para la práctica de estudiantes de Medicina en su clase de Anatomía y para comercializar algunos de ellos en otros lugares.
Hoy, 29 años más tarde, Javier Sánchez le contó a Impacto News cómo estuvo a punto de ser asesinado por los presuntos ejecutores, los vigilantes del plantel. Poco antes de que las autoridades descubrieran la atrocidad cometida dentro de la institución, a Javier le habían tendido una trampa.
“Estábamos haciendo un trabajo de unos enchapes en una estación de gasolina que estaba cerquitica y entonces el patrón mío me dijo que fuera a conseguir una gaseosa, una merienda y unos cigarrillos por SAO. Cuando yo vengo de regreso miro un pasacalle y el vigilante me dijo que esa era una fiesta patronal, entonces me preguntó que si yo reciclaba, que si cogía potes, y yo le dije que sí, para rebuscarme en los carnavales”, relató el hombre.
Lleno de ingenuidad y en aras de conseguir un buen motín para reciclar, Javier Sánchez le dijo al vigilante que iría a entregarle a su patrón lo que le había pedido comprar y posteriormente regresaría para ingresar a la universidad y recoger lo que le habían ofrecido.
“Cuando estoy llevando la merienda a donde el patrón mío escuchamos unos tiros, resulta que un indigente había entrado a recoger unos potes y unos cartones que estaban en la parte trasera de la Universidad Libre y le dieron un garrotazo en la cabeza. Él se hizo el muerto y cuando lo cogieron lo metieron en un cuarto frío. Él duró un rato entredormido y cuando levantó la cabeza se encontró con varios muertos alrededor. Se salió del cuarto, se estaba volando la paredilla, llegó un vigilante y le dio un tiro”, contó Sánchez sobre el terrorífico día.
Ensangrentado, el habitante de la calle logró escaparse y fue hacia un CAI cercano para avisarle a los agentes, estos llegaron y aunque al principio les negaron la entrada, luego de pedir refuerzos e insistir lograron pasar y se encontraron con el dantesco escenario de un hecho que aún indigna a la ciudad.
“Se dieron cuenta que a los indigentes que se estaban desapareciendo los estaban matando y metiendo en el cuarto ese; resulta y pasa que todos los órganos de los muertos se los estaban vendiendo a los estudiantes de Medicina de la Universidad Libre”.
Ese hombre que logró escapar luego de ser herido fue identificado como Óscar Hernández López y habría sido la salvación para otras posibles víctimas, como el caso de Javier Sánchez.
Los hechos sucedieron entre la 1:00 a. m. y 2:00 a. m., al escuchar los disparos el trabajador no pudo volver al lugar porque su patrón se lo impidió, dado que a las 5:00 a. m. ya debían haber terminado el trabajo que estaban haciendo. “Él me dijo: qué va a buscar a la calle, esta es una hora peligrosa”, agregó.
Sánchez escuchó la noticia por la radio cuando ya se encontraba en su casa y allí le contó a su madre que se había salvado de la muerte. “Me quedé asombrado porque estaba diciendo que yo hubiera caído en la cochada de ese poco de muertos”.
Hoy Javier vende chuzos en la carrera 10 con La Cordialidad para buscar el sustento. Aún el asombro no abandona su cuerpo y no se arrepiente de haberle entregado la encomienda a su patrón, en vez de haber entrado a ese escalofriante lugar.
Por lo menos 11 de los cuerpos de indigentes, recicladores y vendedores ambulantes fueron encontrados ese día, 9 de ellos habrían muerto por arma contundente y 3 mujeres por impactos de arma de fuego. También, se encontraron las partes de otros cadáveres, de los cuales no se tuvo certeza si correspondían a estos hechos.
Cabe destacar que en este caso resultaron involucrados varios funcionarios de la Unilibre como el síndico gerente, Eugenio Castro Ariza, quien fue acusado de organizar el plan macabro, además de varios vigilantes. 12 personas fueron llamadas a rendir indagatoria.
Hubo 5 condenados entre ellos los vigilantes Saúl Hernández, Pedro Viloria y Santander Sabalza, señalado de preparar los cadáveres. Castro Ariza resultó absuelto y la institución no fue vinculada al proceso penal por considerarse que esta fue una actuación particular de los ejecutores de la matanza.
Dos años después Sabalza era el único que seguía en prisión dado que a los otros implicados les otorgaron libertad condicional tras vencerse los términos para convocar la audiencia de juzgamiento.
Funcionarios de Medicina Legal reconstruyeron en 2 años los rostros de las víctimas, moldeándolos en yeso para que sus conocidos o familiares pudieran reconocerlos, algunos parientes se acercaron a hacerlo, otros cuerpos fueron registrados como NN.
Informe: Alexander Ojito y Laura Rocco
