La reciente ruptura de relaciones entre dirigencia de Nacional y ‘Los Del Sur’ señala que en Colombia sí se dan pactos, aunque ambos sectores siempre niegan todo.
Por: Iván Peña Ropaín.
Un hecho inédito relacionado con uno de los ingredientes que, mal para muchos y bien para otros más, hace parte del fútbol profesional colombiano: las bautizadas ‘barras bravas’, se registró el viernes 14 de abril, cuando la facción más importante de Atlético Nacional de Medellín, conocida como ‘Los Del Sur’, informó a la opinión pública que las directivas del verde de los paisas les manifestaron romper todo vínculo con ellos como consecuencia del apoyo ofrecido a los comentarios en contra del DT brasileño Paulo Autuori.
Más allá de la noticia sobre tal ruptura de relaciones entre el sector gerencial y popular, lo que claramente solo le interesaría a los paisas que siguen a ese equipo y a los miembros de denominada barra, ha quedado un mal tufillo en el ambiente futbolero por esta situación, la que es vista como algo normal para algunos, y es el asunto que dicta que en el balompié patrio sí existen estrechas relaciones, no solo en Nacional, sino en otros clubes, entre sus directivas con las ‘cabezas’ de cada uno de los movimientos ‘barrísticos’, por lo menos, panorama que se presentaría en los clubes más importantes y de mayor nombre en el país.
Cuando han sido consultados los ejecutivos de varias escuadras colombianas, generalmente, momentos posteriores en que ocurre una situación hostil dentro o en inmediaciones de los estadios y propiciadas estas por las ‘barras bravas’, siempre arguyen que “no tienen ningún tipo de vínculo con esos muchachos, que ellos también deben pagar sus boletas y que solo gozan de beneficios como descuentos de las mismas, no más”. Así mismo, traen a colación la respuesta de que a los ‘barristas’ también les toca cancelar por entradas al desplazarse a otras ciudades para ver a sus conjuntos.
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Sin embargo, lo sucedido en Medellín con ‘Los Del Sur’ y los altos mandos de la institución ‘Verdolaga’ vuelve a abrir el debate en la opinión pública sobre esta especie de alianza entre ambos sectores, la cual ha sido cuestionada por muchos desde hace años debido a que ello ha dado permisividad a que las ‘barras bravas’ hayan montado una especie de emporio en las gradas donde generalmente se sitúan en los diversos estadios del país: Sur y Norte.
Entre las censuras también se leen o escuchan que el entablar esas especies de coaliciones, igualmente, ha coadyuvado al recrudecimiento de la violencia desatada en los últimos años por parte de las ‘barras bravas’, pese a que estos grupos futboleros siempre indican que hacen parte de movimientos sociales en pro del “fútbol en paz”, lo que con el pasar de los años se sigue comprobando es una vil mentira, ya que la violencia no cesa y las barras no se pueden cruzar entre sí, sea en el estadio, en proximidades a este o en una vía nacional, porque tiran a matarse.
Casi que mensualmente se aprecian en los noticieros y en redes sociales repudiables e indolentes situaciones violentas de peleas entre barras tanto dentro como fuera de los escenarios, dejando muertes hasta por llevar la camiseta de otro equipo y sacando de las graderías a padres junto a sus hijos porque estos no tienen puesta la casaca del equipo local.
Una muestra clara de que sí existirían vínculos entre directivos de clubes en Colombia y ‘barras bravas’, realidad, no percepción o invento de la prensa, es la flexibilidad vista en muchos casos en los que X o Y hinchada han sembrado terror y violencia en las tribunas, inclusive, con personas heridas y fallecidas, y no reciben ningún tipo de sanción, o las némesis son muy frágiles sin que haya alguna amonestación radical por parte de los equipos o autoridades gubernamentales como, por ejemplo, prohibirles el ingreso definitivo a los campos deportivos donde se juegue fútbol profesional en el territorio patrio.
O si ponen en duda lo anterior, nada más basta con mirar un partido de la Liga colombiana o de Copa Colombia para observar que ‘barras bravas’, perpetradoras de graves sucesos en sus ciudades o en capitales ajenas, continúan como si nada “alentando” a sus equipos desde las tribunas, esas mismas que han hecho de su propiedad y en las que imponen todo tipo de reglas y normas a seguir, y si no las cumples, tu vida o integridad física estarían en riesgo, “así de fácil”, tal como se expresan la mayoría de ellos empleando tonos burdos.
Volviendo y concluyendo el tema principal, sin precedentes hasta ahora en el fútbol colombiano, la ruptura de relaciones entre directivas del Atlético Nacional y ‘Los Del Sur’ tiene a las autoridades como Alcaldía de Medellín y Policía Nacional con las alarmas encendidas para los próximos cotejos que encare el verde de Antioquia en esa capital, debido a que los miembros de esa ‘barra brava’ advirtieron que en vista de todo esto dejarán de prestarle apoyo logístico al equipo cuando juegue de local, así como tampoco tendrán que ver más en lo referente al orden y control que vienen ejerciendo en la Tribuna Sur del Atanasio, principalmente, con el fin de que no se genere alteración del orden público.
¿Qué ganan directivas de clubes del fútbol colombiano al forjar alianzas con ‘barras bravas’? Muchas personas coinciden en sus respuestas: “Nada, al contrario, esas ‘barras bravas’ les representan millonarias pérdidas económicas a los clubes, cada que actúan violentamente dentro del estadio y por ello sancionan al equipo, o cuando dañan las instalaciones de su propio estadio, por lo que les toca sacar dinero para los respectivos arreglos”.
