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Peaje ‘Papiros’: un atraco elegantemente disfrazado de legalidad

Por: Andy Berrío.

En Inglaterra durante la Revolución Industrial, el Parlamento permitió que las vías se pudieran dar en concesión a compañías particulares, éstas a su vez quedaron con el derecho de cobrar peajes. Sin embargo, en 1.843 hubo varias manifestaciones en Gales para acabar con ellos y debido a la presión de los medios y al malestar de la comunidad en 1.864 se redujeron considerablemente la concesiones y cobros a las carreteras.

En Colombia, siglo y medio más tarde, el Congreso de la República debate la posibilidad de prohibir los peajes a menos de 150 kms entre sí, ya que se presentaron varios movimientos de protesta alrededor del país, para abolir algunas casetas de cobro vial.

Por ejemplo, en Puerto Colombia, nuestro municipio, la carretera todavía huele a caucho quemado por los bloqueos que la comunidad y líderes activos del municipio hicieran sobre la Vía al Mar por allá en el año 1995, causando un paro social y económico sin precedentes por cinco días, como parte de su protesta por la instalación del peaje Los Papiros, el cual impactaría los intereses del municipio, tanto negativa como “positivamente”.

Negativo, porque el bolsillo de los porteños y turistas se vería afectado al transitar sobre una vía que comunica por un lado a Barranquilla y por el otro a Cartagena, y positivo, porque el Ministerio de Transporte había pronosticado el mantenimiento de la vía, a partir de un contrato de concesión.

Lastimosamente, lo primero se cumplió y sigue empeorando; lo segundo, la vía se ha mantenido, pero a oscuras, a expensas de accidentes y facilitándole el trabajo a los amigos de lo ajeno.

Esto evidencia a todas luces que son más las afectaciones negativas, que el bienestar que produce el peaje Papiros, ubicado a solo 13 minutos del peaje Puerto Colombia. Hoy día, para aminorar los ánimos de la comunidad cansada de impuestos innecesarios, esta concesión presenta como una posible solución la muy mencionada tarifa diferencial. No obstante, estos no son más que paños de agua tibia para justificar un atraco disfrazado de legalidad.

En ese año y luego de más de 3 horas de diálogo en la Sala de Juntas de la Gobernación del Atlántico, se acordó levantar el paro con la condición de construir solo la mitad de las instalaciones para el cobro del peaje en el sentido Puerto Colombia – Barranquilla. Es decir el pueblo clamó y el gobierno actuó.

Por supuesto que todo acto de violencia y vandalismo es reprochable, pero esta anécdota que se escribe sobre nuestra historia local, nos enseña que unidos hacemos el cambio. Como dice el popular refrán: “El que no llora, no mama.” O ¿será que nuestras comunidades se empoderaban más en el pasado acerca de su desarrollo?

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