El Rojiblanco tiene en sus manos la opción para ir salvando esta pobre temporada 2023.
Por: Iván Peña Ropaín.
Para nadie es un secreto que la campaña 2023 del Junior de Barranquilla, igual a las anteriores partiendo de 2020, cuando enarboló la ‘Superliga’ ante América en Cali, ha sido de fracaso en fracaso tanto a nivel local como internacional, además del pobre y desvaído fútbol mostrado desde dicho último festejo.
En cuanto a la temporada que cursa, que es de la que se habla, fue despachado en el primer juego de la Copa Sudamericana por Deportes Tolima, además de que quedó por fuera de los cuadrangulares de la Liga Betplay-I, en la que fungió por varias fechas en la última casilla de la tabla, la número 20.
Empero su actualidad hoy le entrega a la institución barranquillera el borrador para que borre en sus hinchas ese abatimiento anímico en el que se hallan y los lápices de color para que le dé brillo a su opaco rendimiento con un nuevo título, y que mejor que con la estrella de diciembre.
El domingo 5 de noviembre, en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez y con horario aún por definir, el Tiburón recibirá al ya eliminado y recién descendido a la B, Atlético Huila, juego que ganándolo le da el tiquete a las semifinales del Torneo Finalización.
Aquellos que “encendieron veladoras”, que las dejen encendidas, porque hasta que no se escuche el pitazo final de ese duelo ante el opita y no se vea un marcador de tres puntos para el dueño de casa, no se dirá que ya está clasificado, más todavía porque el pesimismo o realismo en el que han caído muchos junioristas les da hasta para decir: “Cada que Junior depende él, termina enredándose solo”.
