Las pequeñas querían quedarse con quienes las criaron durante más de seis años, pero una Comisaria de Familia ordenó que debían vivir con sus verdaderos progenitores.
Amor, dolor y desconcierto es la mezcla de emociones y sentimientos que experimentan dos familias a las que hace casi siete años les intercambiaron a sus hijas en un hospital de Barranquilla, Atlántico.
Las niñas nacieron el 21 marzo de 2016 en el E.S.E. Hospital Niño Jesús, ambas madres se fueron a casa con sus “hijas”, pero en 2019, las dudas comenzaron a acechar el corazón de uno de los progenitores, José Gregorio Hernández, quien empezó a notar que la menor, que tuvo con una mujer por fuera del matrimonio, tenía rasgos físicos muy distintos a los suyos.

Por ello, decidió someterse a una prueba de ADN, cuyos resultados conoció el 12 de junio de 2019, día en que se enteró que él no era el padre biológico de la niña. La madre también se realizó la prueba y descubrió con dolor que, efectivamente, esa no era su hija biológica.
En septiembre de 2019 Hernández interpuso un derecho de petición al Hospital Niño Jesús y siguió las investigaciones del caso por su cuenta, dando con el perfil en Facebook de Ana Cecilia, una mujer, residente en otro departamento, que tenía en su foto de perfil a una pequeña que sí se parecía a él.

Después de ponerse en contacto con la otra familia, la mujer y la niña arribaron a la capital del Atlántico donde se confirmó que José Gregorio era el padre de la menor. Al llevar el tema a una Comisaría de Familia está ordenó que las niñas debían estar con sus familias biológicas, lo que se cumple desde el pasado miércoles 1 de marzo.
Esta situación no ha sido fácil para ninguna de las dos familias, mucho menos para las menores que no comprenden el porqué de la separación de las personas a las que han visto tantos años, de hecho, en su inocencia, las niñas aseguraron querer quedarse con quienes las criaron, mismo deseo que tenían sus madres de crianza, pero la orden fue clara y, ahora, con ayuda psicológica, paciencia y amor, deberán ayudarlas en el proceso de adaptación a su nueva familia, la real, de la cual, quizás, nunca debieron separarlas.
Con el acompañamiento de funcionarios del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, una de las pequeñas ahora vive con su madre en el municipio de Chiriguaná, Cesar, y la otra en un municipio del Atlántico junto a su padre.
Cabe recordar, que hace un año este caso se hizo popular tras ser dado a conocer en el programa Séptimo Día, en ese entonces las familias de las menores enfrentaban el dilema de lo que harían frente a la situación y las mujeres expresaban su rechazo a la idea de separarse de las niñas que criaron.