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Impacto News

“Mis últimas 48 horas con Jairo Varela”

“Conocí a un hombre totalmente digital, conectado a la internet las 24 horas del día”.

Por: Sergio García

Se conmemoran ocho años de la partida de uno de los mejores compositores y productores de la música salsa en el mundo, Jairo de Fátima Varela Martínez.

En un día como hoy, 8 de agosto, falleció el autor de cientos de canciones que se convirtieron en himnos, temas que marcaron nuestras vidas.

Su deceso se produjo en el baño de su apartamento en un edificio del sur de Cali; infarto agudo de miocardio, fue el dictamen de la fatal noticia que en su momento confirmó el asesor jurídico del Grupo Niche, Harol Montoya.

Comparto con ustedes un escrito, redactado el 8 de agosto de 2012, donde relato mi inolvidable anécdota de dos días con el maestro Jairo Varela, el recuerdo de un encuentro en su estudio de grabación ubicado en la calle Quinta con carrera 40, al sur de Santiago de Cali.

“Te anda buscando Jairo Varela”

“Te anda buscando Jairo Varela”, fue el recado, en un mismo día, que tres personas diferentes dejaron en el buzón de mi celular, a principios del mes de octubre de 2011.

El mensaje como tal me produjo alegría, y al mismo tiempo, incertidumbre, pues mis aptitudes como cantante eran nulas, a pesar que desde los 18 años eduqué mi oído con las letras del mejor compositor que ha dado la salsa en Colombia.

Pensé que la búsqueda, a la postre, sería de nombre equivocado. Al filo de las 4:00 de la tarde, llegué a casa y Blascina, nuestra asistente doméstica, me recibió con la frase del día: “lo llamó un señor Jairo Varela”.

Mi curiosidad aumentó al máximo, el solo hecho de imaginar escuchar la
voz del maestro, tras la línea celular o telefónica, sería un sueño. Mis primeros amores fueron conquistas inspiradas en El amor vendrá y en Cómo podré disimular.

Con incredulidad marqué, respondió Charlín, su asistente, con emoción escucho una vez mas la frase repetitiva: “El maestro Jairo lo anda buscando”. Segundos después, al al otro lado del teléfono tenía a mi ídolo de la salsa, reiterando que la búsqueda era acertada.

Luego de mi emotivo saludo, me transmite su nuevo sueño, un canal de televisión basado en noticias internacionales. “Mañana mismo se viene para Cali para presentarle la sede, equipos de producción recién desempacados y prepárese a dejar Telecaribe”, se despidió sonriente, aumentando mi auto estima al confesarme que llevaba varios días analizando mis trabajos periodísticos en Youtube y que quería como cabeza visible de su canal a una persona del Caribe colombiano, por el acento neutral, y yo, era el elegido.


En efecto, a primera hora del día siguiente, arribé al aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón, un hombre tenía mi nombre escrito en una cartelera, identificándose como el asistente del maestro Jairo Varela.
Reconozco que sentí mi ego elevado a la máxima potencia.

El alojamiento autorizado fue en La Esperanza Hotel Tequendama, recién construido, a espaldas de la Avenida 5ª y a pocos metros de Niche
Estudios. Curiosamente, el botones dice, “la propietaria del hotel lo va a recibir”.

Seguido de la bienvenida, la curvilínea dama caleña afirma: “Escoja la habitación que más le guste, el maestro autorizó carta abierta, licores, llamadas, en 30 minutos pasará a recogerlo”. Así fue, cuando las
manecillas del reloj marcaron la media hora, en recepción estaba en carne y hueso el gran maestro, un hombre o´clock en sus citas, igual que en su orquesta a la hora de subir a tarima, en tiempo cronometrado, a sus integrantes.


Recorrimos la sede de lo que sería Latin Pacific Network, el canal de televisión soñado por Jairo Varela, en las mismas instalaciones del famoso estudio donde se grabaron los clásicos de oro del Grupo Niche. A su lado, inseparable, ‘Ping Pong’, un celoso Shih Tzu que solía morder a los
visitantes, siempre con la advertencia del maestro, “no se me acerque mucho porque lo puede atacar”. Más de una vez, el diminuto canino gruñó con fuerza como marcando su territorio.

Me sorprendió el numeroso volumen de equipos para producir televisión, todos de última referencia, hablaba con propiedad sobre cada especificación técnica, sacó 5 grandes cajas con corbatas importadas desde Italia, aduciendo que en Colombia nadie como él sabía tanto de trajes enteros. Confieso que luego de ver la corbata número 20, ya todas me parecían iguales.

Conocí a un hombre totalmente digital, conectado a la internet las 24 horas del día y suscriptor de enemil señales de información y deportes. En su iMac de 27 pulgadas me comentó el séptimo juego final entre Cardenales de San Luis y Rangers de Texas, saliendo esa noche ganador de la Serie Mundial 2011 el equipo de San Luis, el mismo donde militó en el año 2004, Edgar Rentería.

Hablamos dos días continuos de sus amigos a través del tiempo, la mayoría por culpa de Niche, me pasó vía celular y emocionado al pianista barranquillero ‘Pelusa’, Álvaro Cabarcas, de su desazón con Alberto Barros por el presunto plagio de sus obras musicales, prometió con su ceño fruncido llegar hasta las últimas consecuencias en su reclamo, sentí que la disputa, aparte de jurídica, era personal.

“Niche factura un millón de dólares al año”

Recuerdo que con su frente altiva me confesó que el Grupo Niche facturaba un millón de dólares al año y que junto a sus regalías podía darse el lujo que quisiera y montar el canal de televisión internacional soñado, y que su deseo era tenerme como director general.

El acuerdo contractual no prosperó, desbarajé sus ilusiones al demostrarle que la industria televisiva sin una base comercial de ventas estaba condenada a pérdidas, y que difícilmente dejaría mi estabilidad profesional, labrada a sudor de frente en la costa, por un proyecto que en ese momento era como su juguete nuevo.

Mi sinceridad le gustó y ese detalle enlazó una respetable amistad.
Siempre me recalcó su apatía a las fotografías, razón por la cual no me atreví en 48 horas a romper el encanto y pedirle una foto del recuerdo, que hoy, sería muy valiosa para mi galería.


Discutimos al hablar de Joe Arroyo, “lo digo y no se lo sostengo, pero no me gusta El Joe”, ¿cómo así?, refuté en actitud defensiva, “para mi, Joe era regularcito, plagiaba mucho, busque en internet y lo comprobará”. Le respondí recordando los tantos rumores que desde joven escuché sobre la
supuesta autoría de los temas de Niche por parte de su señora madre chocoana.

Con mucha seriedad me llevó a un pasillo del estudio de grabación, a un costado reposaba una enorme fotografía de doña Teresa Martínez de Varela, me dijo: “por la memoria de esta mujer que me trajo al mundo, le juro que todas las canciones de Niche son de mi propia inspiración, cualidad heredada de mi madre que en vida fue una humilde escritora”.

Teresa Martínez de Varela, escritora, poetisa y maestra con su hijo, Jairo Varela.


Al cenar en un elegante restaurante, antes de emprender mi regreso a Barranquilla, sentí que fui imprudente al tocar el tema de su infarto en el año 2007.

“De ese tema no me hablés, que me descompongo”

“De ese tema no me hablés que me descompongo”, expresó de manera contundente. Estuve a punto de dañar el momento. Luego, su asistente me confesó que el maestro había sobrevivido a 7 infartos anteriores, razón por la cual dejó el cigarrillo. El corazón fue su principal aliado para escribir tantas melodías románticas, y a la final, su peor enemigo, no le
perdonó 40 años de tabaquismo.

Jairo Varela decidió llevarme personalmente al aeropuerto, a mi lado como pasajero, refunfuñante, iba ‘Ping Pong’, pregunté todo lo que quise, su paso por la cárcel, el acróstico de Mi hijo y yo, supuestamente compuesto para José “Chepe” Santacruz, las noches solitarias de la renombrada discoteca Dulce con Dulce, ubicada en el sótano de Niche Estudios, que otrora, fue el lugar favorito de los salseros, si por la 5ª iban pasando.

Sus palabras de despedida fueron “mirá Sergio, yo le llamo y lo convenzo”. Latin Pacific Network quedó como el sueño que le faltó por cumplir al maestro Jairo Varela, el más grande compositor romántico que ha dado la salsa.

Así fueron mis primeras y mis últimas 48 horas con Jairo Varela, no acepté su propuesta laboral por no abandonar el fruto de un largo trabajo hecho en el canal Telecaribe. He permanecido con la inquietud de saber qué habría pasado si hubiese decidido trasladarme a la ciudad de Cali. Ley Martín, me recalcó: “todo lo que Jairo Varela toca, lo convierte en oro”.

El sueño de Latin Pacific Network nunca llegó a cristalizarse, a los diez meses siguientes de nuestro encuentro, el maestro partió sin regreso.

Nos quedan sus poesías convertidas en canciones, el Museo Jairo Varela, ubicado en la plazoleta que la Alcaldía de Cali bautizó con el nombre del músico colombiano, frente al Centro Administrativo Municipal.

Nos queda ‘Busca por dentro’, un documental que recorre la vida de un hombre que se hizo una celebridad gracias a la salsa colombiana, una descripción de su origen musical y el retrato del entorno que lo vio nacer y crecer; un perfil que se convierte en musical porque sus colegas interpretan sus canciones, una oportunidad de reflexionar sobre las cualidades de su música y su impacto en la cultura afrodescendiente de Colombia.

¡Viva el maestro por siempre en su obra!

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