Las letras de Esthercita Forero inmortalizaron elementos que integran la esencia barranquillera.
Por: Laura Rocco
“Cuando el viento vagabundo de la tarde
Pasa murmurando y cantando en la distancia
Me recuerda tantas cosas de mi vida, queridas
Remolinos de nostalgia.
Las calles de mi vieja Barranquilla
Doradas por el sol y las arenas (…)“.
¿La leíste cantando? Si eres barranquillero o amante de esta ciudad, posiblemente, sí. “Mi vieja Barranquilla” es un himno de la capital del Atlántico compuesto por Esthercita Forero, una canción que desde 1974 llegó para quedarse en los lugares más destacados de la historia musical de la también llamada Curramba la Bella.
Esta es una de las obras que hace estremecer con gran fuerza el corazón de quienes realmente quieren y valoran a la capital del Atlántico, claro está, junto a otros grandes temas como Luna barranquillera, también de Esthercita; En Barranquilla me quedo, de Joe Arroyo; Barranquilla es tu ciudad, de Los Melódicos; A Barranquilla, de Dimensión Latina; Pa Barranquilla me voy, de la Billo’s Caracas Boys; Barranquillero arrebatao de Víctor Sánchez y grabada por Sarabanda; Regalo a Barranquilla, de Diomedes Díaz, entre otras.
En el caso de Mi vieja Barranquilla, especialmente, se destaca una letra melodiosa y palabras profundas que llevan a sumergirse en la nostalgia por lo que un día fue la ciudad y en la ansiedad por lo que es hoy y lo que será con el pasar del tiempo.
Dicha composición de Esthercita, quien partió del mundo terrenal en junio de 2011, a sus 91 años, deja muy difícil la tarea de hacer una creación musical tan poética y sublime que logre captar lo mejor de una época y seguir estremeciendo el alma de los locales y visitantes enamorados, incluso, 48 años después; que logre hacer que esa misma nostalgia sentida por su compositora se incruste en el alma de las generaciones venideras.
Y es que las palabras precisas que retratan a la Barranquilla procera e inmortal que este 7 de abril de 2022 cumple 209 años, están en esta creación, pues de cada una de sus frases se pueden extraer fragmentos que aterrizan en el conocimiento de la historia de esa ciudad calurosa y soñadora, incluyendo muchas escenas que hoy solo quedan en la memoria, pero se reviven al escucharla.
“Las calles de mi vieja Barranquilla,
Doradas por el sol y las arenas
El caño saludando al Magdalena
Con flores de bonita batatilla
Jardines con noche de serenata
Faroles bajo la lunita grata
Retretas de la plaza al camellón
Y los palitos de matarratón (…)”.
Estos recuerdos de un tiempo que en el sentir de Forero ya en 1974 habían “pasado”, es muy difícil que se puedan olvidar, porque la buena música, la que comprende el verdadero sentido del arte, tal como esta, los logra inmortalizar.
Con su voz desgarrada y profunda, y sus rimas, Esthercita logró que los barranquilleros se apropiaran y sintieran orgullosos por siempre de su tierra, de los patios de guayaba y de ciruelo, de la cumbia, de sus calles, de su sol y su calor, de su río Magdalena, de sus flores y de todos esos elementos que integran su esencia.
Esto, sumado al excelente trabajo interpretativo que hizo el venezolano Nelson Henríquez, quien la consignó en el álbum “El cumbiambero mayor” de 1989, logrando que su voz también fuese imposible de olvidar al momento de pensar en la música que honra a la ciudad, que en medio del caos de aquellos y de estos tiempos, sigue siendo un tesoro.
Y claro está, no se puede pasar por alto al cantautor Nicolás Tovar, cuya interpretación de Mi vieja Barranquilla en el concierto Antología Sinfónica de la música costeña para solista, pianista y orquesta sinfónica, bajo la dirección de Armando Velásquez y Moisés Consuegra, dejó uno de los trabajos más especiales y bien construidos musicalmente en torno a la composición que siempre tocará las fibras del admirador de la Barranquilla de ayer y hoy.
