La posible competición del automovilismo mundial ha generado polémica en las redes sociales.
Por: Iván Peña Ropaín.
Estar en la élite mundial de las metrópolis que cuentan con circuitos donde se corre un Gran Premio (GP) de Fórmula 1 es un sueño de muchas ciudades, hasta para aquellas que se encuentran en países con economías de mediano crecimiento.
Para muchas personas hacer este evento deportivo de talla mundial en Barranquilla sería algo de locos, o quizás un anhelo utópico, debido a la millonada, y en dólares, que devenga no solo el traslado de la logística de tres días de carreras, sino la construcción de su pista.
Sin duda sería un lujo para la ciudad, un sueño que empezó a construirse en Barranquilla el pasado sábado 22 de enero, cuando el alcalde de ‘La Arenosa’, Jaime Pumarejo, anunció de forma oficial la propuesta de anexar a la ciudad en la lista de 22 capitales del mundo que gozan hoy de la máxima categoría del automovilismo mundial: la Fórmula 1.
Pero entre el sueño, la propuesta y las ganas de traer la ‘gran carpa’ del automovilismo a la capital del Atlántico hay un gigantesco esfuerzo económico por hacer. Y es que el primer paso que debe concretarse es la firma por parte del Distrito, de un contrato por 10 años, de 40 millones de dólares anuales, presupuesto que para muchos críticos, invertirlo en el país en algo deportivo, podría sonar ‘descabellado’.
En cálculos matemáticos, la cifra que pagaríamos los colombianos por los 10 años de contrato con Liberty Media (entidad que otorga los permisos para hacer un GP) sería de 400 millones de dólares, que en pesos colombianos se traduce en 158 mil millones de pesos, cuando el presupuesto anual de ‘Curramba la Bella’ es de 4.16 billones de pesos.
A la gigantesca cifra económica hay que agregarle 10 millones de dólares más que competen al montaje del circuito: rejas, tribunas, cámaras de televisión, entre otros elementos que demanda la sofisticada carrera de los ‘caballitos de acero’.
¿Qué ganancias percibiría Barranquilla?
El alcalde Jaime Pumarejo había expresado al respecto: “el arribo de la Fórmula 1 a Colombia y a la ciudad es una gran oportunidad de generar empleo y desarrollo. Hay 22 ciudades en el mundo que pueden decir que tienen un circuito de F1. A estos asisten 320 mil espectadores en tres días, gastan en promedio 600 dólares al día y viajan desde más de 100 países. Entran 60 mil turistas internacionales en un lapso (promedio) de 10 días. Eso es casi que duplicar el número de visitantes extranjeros que viene al Atlántico en tres días y en un solo evento”.
Sin embargo, en lo que respecta en la venta de tiquetes, el dinero que se perciba por las vallas publicitarias por los derechos de trasmisión televisiva y de los clubes en el denominado ‘paddock’, será todo para la organización de la F1. Es de anotar que dicho ‘paddock’ es una especie de gradería que está encima de los ‘boxes’ de los equipos y desde donde los invitados tienen vista directa a la línea de salida y llegada, al ‘pit lane’ y acceso a la zona de bastidores.
Acompañamos el sueño que tiene el @alcaldiabquilla, @jaimepumarejo, que Barranquilla sea vinculada en el calendario de circuitos de la Fórmula 1 con un Gran Premio en Colombia, que traería enormes beneficios económicos y turísticos para la ciudad. Cuente con nuestro respaldo. pic.twitter.com/J6Cc7C5ZDg
— Iván Duque(@IvanDuque) January 22, 2022
Ahora hablemos del tema pista. El esfuerzo por conseguir un vasto predio para cumplir a cabalidad con las regulaciones que se exigen, es igual de arduo que el alto presupuesto que costaría traer una carrera de Fórmula 1 a Barranquilla.
Las rectas no pueden exceder los 2 kilómetros y las pistas deben tener al menos 3,5 km de longitud en total. La única excepción se presenta en el Gran Premio de Mónaco, que por la composición territorial del principado, se queda corta con 3 mil 337 km.
En cuanto a los circuitos nuevos, la organización de la F1 exhortó que estos no podrán superar los 7 kms de longitud. El ancho de las pistas debe ser de al menos 12 metros en todos sus puntos. Entre tanto, la parrilla de salida debe tener al menos 15 metros de amplitud, y el ancho del trazado de asfalto debe mantenerse en la primera curva para minimizar los riesgos de accidentalidad en la primera vuelta. Ese primer cruce debe tener un cambio de dirección de al menos 45 grados, con un radio inferior a 300 metros.
En pocas palabras, deberá encontrarse un excelente terreno que permita que el trazado de asfalto cuente con dichas especificaciones.
Por otro lado, para hacerse una idea de la multimillonaria inyección monetaria que acarrea la pista, cabe citar el ejemplo del Gran Premio de Miami, en Estados Unidos, que se correrá por vez primera allí el próximo 8 de mayo. Por los 10 años de contrato le costará a esa ciudad turística la suma de 971 millones de dólares, según un estudio de la Revista Forbes.
De acuerdo con la revista económica, los gastos operativos por cada circuito a cumplirse costarán mas de 57 mil millones de dólares al año (unos 228 mil millones de pesos) entre seguros, utensilios, barreras, gradas y staff. “Al anualizar los costos, el monto total a la tasa de cambio vigente del 21 de enero de 2022, es de 3 mil 857 billones de pesos”, se lee en el bisemanal estadounidense, un monto cercano al total del presupuesto anual de la capital del Atlántico.
En total, por el derecho de recibir la imponente carrera de automovilismo mundial, la organización del GP de Miami tendrá que ‘bajarse del bus’ con 396 mil 2 millones de dólares (unos 16 billones de pesos).
Ante este torrencial presupuesto que deberá caer sobre Barranquilla para que el sueño sea una realidad consumada, hay muchos escépticos que ven el horizonte nublado, afirmando que existen otras necesidades de mayor urgencia en la ciudad.
Sin embargo, hay también quienes dicen que soñar no cuesta nada y si se gestiona con ahínco tal proyecto deportivo, en años venideros estaremos viendo correr bajo el inclemente sol barranquillero a prestigiosas figuras como Max Verstappen y Lewis Hamilton, y escuderías como Ferrari, Williams, McLaren, Mercedes o Red Bull, entre otras.
¡Amanecerá y veremos.!
