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“La verdad, ni debe ni le deben”: Polémica por comentario de Iván René Valenciano

“Junior no me dio nada, no estoy agradecido”, expresó el goleador barranquillero a nivel nacional.

Por: Gabriel Jesurum

A pesar de que su facilidad goleadora era más por instinto que por vocación, nos hizo felices, muy felices. Rompió todos los récords y hoy, 27 años después, aun siguen vigentes sus cifras. 

Sus goles nos hicieron ganar torneos de verdad, campeonatos de 30 fechas, en la época del punto más alto de la historia de nuestro fútbol. No como los de hoy, que son de 4 meses, sin figuras locales y con Superligas incluidas. 

Luego cayó en el infierno, por su culpa, es cierto. Pero el famoso club que “le dio todo”, jamás lo volvió a mirar; para sus dueños dejó de existir. Nunca le preguntaron qué necesitaba, o si lo podían ayudar con un tratamiento, o dándole trabajo para que no tuviera que vivir de la limosna, como le tocó hacer más de una vez. 

¿Y la gente que lo amaba? Muy pocos lo buscamos. La gran mayoría solo hablaba y le decía mediocre, alcohólico y vago. Vi a muchos burlarse, vi a otros maltratarlo por una cerveza. Esos mismos antiguos adoradores solo estuvieron para criticar y burlarse, hasta tal punto, que el día de su despedida, la misma “ciudad que lo amaba”, solo llenó el estadio en un 40%.  Increíblemente en otras ciudades, se le trató con más respeto y cariño que en su propia tierra. 

Lo curioso de estos fans, que aman sin tocar y adoran sin conocer, es que con otros han sido mucho más laxos e incondicionales en su amor. Como la idolatría que aun tiene aquel jugador al que el cuerpo técnico encontró que lo había comprado el rival en un cuadrangular final, dañándonos la posibilidad del título. Pero a ese le rogaron volver, y cuando regresa de visita, le tiran alfombra roja para que camine. 

O como al otro, que arregló cifras por teléfono y cuando pisó la ciudad, anunció a los periodistas que cambiaba de opinión, y como el club no aceptó sus nuevas condiciones, pagó para que hicieran marchas y levantaran a piedra la sede del equipo.  Y por su fuera poco, años después, movió todo tipo de influencias para quitarle el puesto de técnico a un referente histórico del equipo. 

O como otro también, qué porque ganó una final por penales contra el Pasto, otra con goles de torneo de barrio ante el Medellín -Los invito a que vean esos goles sin apasionamiento-, y una “poderosísima” Superliga, hay que hacerle una estatua de oro en el Paseo Bolívar, aunque se hacía expulsar si no le regalaban plata adicional -25 millones- por partido, o que no quiso recuperarse de una lesión. El mismo que ama tanto al club que para renovar por dos años pidió 12 mil millones, pero en otro equipo, jugó sin cobrar ni un peso por casi 2 años también. Que ofendió y hasta jaloneó al máximo accionista. Ah cierto, también mandó a levantar a piedra la sede del club, pero ese sí es de los buenos. 

Volviendo a Iván, ahora que se levantó, que volvió a tener una vida digna, entonces tiene que hablar maravillas de aquel equipo que lo relegó, poniéndolo por debajo, incluso, de un futbolista como Henry Vázquez. Y ahora, la gente le pide respeto, por el supuesto amor que siempre le han tenido. 

La verdad, estoy de acuerdo con él. Ni debe ni le deben. O quizás sí, pero la historia, la misma que ya es hora que ubique en un lugar de privilegio al gran Iván René Valenciano Pérez.

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