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La inclusión exculye a las madres
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“La inclusión excluye a las mamás”: El Blog de la Queen

“Insto a la Universidad Autónoma a crear espacios para los hijos de madres que, en momentos como el mío, no tenemos donde dejarlos, pero deseamos estudiar, y así ser más competitivos, tal como nos lo han enseñado”.

En este nuevo mundo, la palabra “inclusión” se menciona constantemente cuando se habla de personas con identidades de género diversas, discapacidades físicas o condiciones especiales. Sin embargo, a menudo se olvidan de nosotras, las mujeres que decidimos ser madres y que gracias a nuestro don de dar vida y a la lucha constante por hacer espacio en una sociedad que nos exige mucho y nos brinda poco, aún estamos lejos de ser verdaderamente incluidas.

La historia que les voy a contar es el difícil reto de ser mamá y mis ganas de poder seguir estudiando para crecer profesionalmente.

Luego de graduarme de Administración de Empresas en la universidad y sin saber que quería para mi futuro, decidí que luego de que consiguiera un trabajo, me especializaría en algo que estuviera enfocado con lo que hacía y que me ayudara a proyectar mis próximos años. Doce meses después de tener mi título profesional, inicié la búsqueda.

En un principio, quería trabajar en logística de transporte internacional, debido a que fue el énfasis que escogí en la universidad. Soñaba trabajando en el puerto de Barranquilla, con sol, casco y overol, siendo parte del proceso de recibir los contenedores y manejar todo el proceso.

Estando en esa búsqueda de opción de especializaciones, universidades e incluso, irme del país, me di cuenta que estaba embarazada. Inmediatamente cambiaron mis prioridades y empecé a buscar coche, pañales y corral, para recibir a mi primer amor.

Mis ahorros, mi esfuerzo y mi vida se las entregué a ese ser que tanto necesitaba de mi y fue la razón por la que decidí posponer mis estudios. Luego entré a trabajar en la industria de las artes gráficas como ejecutiva comercial. Allí, terminé de abandonar mi sueño inicial y empecé a construir uno nuevo, enfocado en la nueva carrera que estaba construyendo.

Para no hacerles largo el cuento, este mismo suceso me pasó dos veces más. Cada vez que quería volver a estudiar y luego de ahorrar, quedaba nuevamente embarazada. Parece un chiste, pero es verdad. Y así han pasado trece años de mi vida, siempre esperando el momento adecuado.

Mi vida como profesional ha ido creciendo, gracias a la experiencia adquirida y a mi trabajo, al que mucho le agradezco y el que tanto me llena de pasión, pero siempre he sentido que estoy en deuda conmigo misma.

Después de asegurar que no volvería a quedar embarazada, decidí ahorrar nuevamente para poder lograrlo. Este año, gracias a un gran amigo y a mi esposo, pude volver a la universidad.

En un principio, tuve miedo por mis tiempos, los niños, mis ocupaciones y porque sabía que en este 2024, por temas laborales, debía viajar mucho más que en los años anteriores, pero mi esposo fue más terco que yo, me inscribió, hizo todo y terminé matriculada en contra de mi voluntad.

Con cada nueva clase el miedo fue pasando, el camino se fue abriendo, logré organizar mis tiempos, el del trabajo, el tiempo de los niños y mis estudios. A diferencia de mi vida universitaria en pregrado, me volví una muy buena estudiante y culminé con éxito mi primer semestre de especialización en Gerencia de Mercadeo.

El problema surgió en este segundo semestre, y es gracias a este suceso que les hago toda esta introducción para ponerlos en contexto.

Este fin de semana que pasó, como nunca, no pude lograr que los astros se alinearan, fallé en el plan de asistir a la última clase del primer módulo, debido a que no encontré con quién dejar a mis niñas, porque la persona con la que habíamos coordinado, a último hora no pudo quedarse con ellas.

En mi desespero y junto a mi esposo que también se está especializando, decidimos llevarnos a las niñas a la universidad. Hicimos un plan, tú llevas a una yo llevo a la otra, le damos algo para que se entretengan y no fallamos con nuestra responsabilidad.

Las niñas iban felices, estaban preparadas, entramos a la universidad, cada quién llevaba a su nena y justo cuando iba a entrar al salón, me detuvo un vigilante para decirme que no podía entrar con ella.

De inmediato, mis ojos empezaron a llorar, sentí una frustración horrible, me sentí excluida y llamé a mi esposo para avisarle. A él, aún no lo habían negado el ingreso. Se encuentra conmigo, habló con el guardia y nos dice: “Tenemos prohibido el ingreso de niños, si lo dejo pasar me pueden despedir”. Yo, a la distancia, me quedo viendo toda la imagen con una niña a cada lado, mirándome y preguntando porqué no las dejaban entrar. Les dije que no sabía, y que no nos habían dado permiso.

Ellas también se pusieron muy tristes por lo que decidí irme de la universidad. Mi esposo decidió irse conmigo, apoyándome en ese mal momento donde sentí lo difícil que es en este país poder ser mamá y no encontrar en las instituciones, apoyo para poder alcanzar los sueños, y en el caso de muchas mujeres, la oportunidad de ser profesionales.

No pido espacios gratuitos, pido como madre escenarios donde podamos ejercitar nuestras labores o estudiar y estar tranquilas, al saber que nuestros hijos están en lugar seguro. Tan solo una vez me ha pasado, pero, ¿a cuantas mujeres les tocará lidiar con esto, todos los días?

Esa falta de empatía acabó con toda la ilusión de mi día y mis ganas de seguir estudiando, me sentí decepcionada y avergonzada por el mal momento que les hice pasar a mis niñas. Quiero aclarar que no culpo al vigilante, él sólo fue un emisario de sus directivos, pero sí insto a la Universidad Autónoma del Caribe a crear espacios para los hijos de madres que, en momentos como el mío, no tenemos donde dejarlos, pero deseamos estudiar, y así ser más competitivos, tal como nos lo han enseñado.. Es más, pienso que el espacio existe, justo frente a la universidad.

Al final del día, como mujer fuerte que soy, me limpié las rodillas, levanté la cabeza, falté a mi primera clase y decidí hacer feliz el resto del día a mis hijas, en medio de una torrencial lluvia que, por fortuna, se llevó ese amargo momento.

Catarsis: El Blog de La Queen

Perfil del columnista:
Profesional en Administración de Empresas, próxima especialista en Gerencia de Mercadeo, más de 15 años de experiencia en el área comercial, empresaria, esposa, madre y contadora de historias.

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