El coloso de La Ciudadela alberga a sus dos hijos favoritos: Junior y la Selección Colombia.
Por: Iván Peña Ropaín.
El máximo escenario de la Puerta de Oro de Colombia, aquel océano en el que navega el Tiburón barranquillero, esa bella mansión en la que reside la Selección Colombia, está cumpliendo 36 años de vida.
Un 11 de mayo de 1986, en medio de un domingo de ‘Día de las Madres’, fue inaugurado este imponente escenario deportivo en el que se practican fútbol y atletismo, y en el que, a través de las más de tres décadas que carga encima, se han derramado miles de lágrimas por alegrías y tristezas, siendo responsables de tales emociones sus dos hijos consentidos: Junior de Barranquilla y la Selección Colombia.
También fue el albergue de clubes que representaron a esta ciudad épocas atrás en el rentado profesional colombiano y los que desaparecieron como Unicosta, Uniautónoma y Sporting.
Este hermoso estadio, el más importante de Colombia y uno de los principales en Sudamérica, en el que también se han desbordado pasiones y romances por culpa del fútbol, fue concebido durante 6 años, celebrando su nacimiento con una gran puesta en escena folclórica, características del caribeño, en la que participaron más de 5.000 artistas en una memorable ceremonia.
En dicho acto se condecoró a varias personalidades del deporte colombiano y se llevó a cabo un partido entre el amor verdadero de los barranquilleros, Junior de Curramba, y la Uruguay de Enzo Francescoli, la cual se aprestaba para participar en el Mundial de ese año realizado en México.
El juego terminó 2-1 con triunfo para los “charrúas”, anotando Francescoli (al minuto 61), Jorge Da Silva (al 70′), por la visita, y José Angulo (al 73′), por el anfitrión.
Como si fuese poco, el festejo por el nuevo estadio que se edificaba en la Arenosa, el que muchos bautizaron como el nieto del Romelio Martínez y el hermano del estadio Moderno, continuó durante los cuatro días siguientes, como si se estuviese en Carnaval.
En ese cuarto día, el Rojiblanco se dio el lujo de enfrentar en otro amistoso nada más y nada menos que a la que en unos meses después se convertiría en campeona del mundo: la Selección Argentina, la que tenía en sus filas al mejor jugador de la historia del fútbol para muchos, Diego Armando Maradona, quien en esa Copa Mundo en tierras ‘manitas’ hizo los dos goles que lo inmortalizaron: el de ‘la mano de Dios’ y el mejor gol de todos los mundiales, ambos a Inglaterra, con el que se tenían aversión los argentinos por la disputa de ‘Las Malvinas’.
Por Junior de Barranquilla figuraron nombres como Alexis Mendoza, Mario Coll, Rolando Campbell y ‘Kiko’ Barrios, y por los “gauchos”, además de Maradona, Nery Pumpido, Jorge Burruchaga y Claudio Borghi. El juego culminó cero a cero y la afición barranquillera volvió a vibrar aquel 15 de mayo al ver a dos colosos juntos: el Metropolitano y el “Dios del fútbol”: Diego.
A partir de la fecha de su nacimiento, el Tiburón barranquillero lo habitó como su mar oficial. Luego, el coloso de la Murillo le abrió sus puertas a la Selección Colombia para que afrontara las Eliminatorias de Italia 90, sellando desde ese momento una perenne relación amorosa, además se transformó en su amuleto para romper el maleficio que le negó por 28 largos años acceder a un Mundial.
Inicialmente, el Metro, que por idea del periodista Chelo De Castro fue sacramentado un 17 de marzo con los apellidos del histórico exfutbolista barranquillero, Roberto Meléndez, fue proyectado para una capacidad de 70 mil espectadores, pero por costos disminuyó a 60 mil.
Sin embargo, esta cifra disminuyó en dos oportunidades más: primero, por la denuncia relacionada con supuestos errores estructurales en la edificación, la que hizo en televisión el periodista Mauricio Gómez, calificado en su momento como enemigo de la ciudad de Barranquilla, quedando el aforo en 56 mil.
Posteriormente, esta cifra pasó a 46.692, por motivo del Mundial de Fútbol Sub-20 de 2011, realizado en territorio colombiano y por el que varios estadios del país fueron condicionados a colocar silletería en todas sus gradas.
El costo del Metropolitano Roberto Meléndez osciló los 1.500 millones de pesos y con el pasar del tiempo ha disfrutado de enormes inversiones en materia económica, embelesándose y ampliando su infraestructura.
Hoy día cuenta con 4 camerinos, 8 baños, 27 cabinas de radio, sala de prensa, sistema de torres de iluminación (24 reflectores), puntos de atención para servicios médico y un parqueadero con capacidad para más de 1.500 vehículos.
El Metro ha fungido como la Casa de la Selección Colombia en las Eliminatorias de Italia 90, USA 94, Francia 98, Alemania 2006, Brasil 2014, Rusia 2018 y la reciente, Catar 2022, logrando cinco clasificaciones.
También fue una de las atmósferas futboleras designadas para la Copa América de Fútbol Colombia 2001 y para el enunciado Mundial Sub-20. Para su dueño autóctono, Junior de Curramba, ha sido su hogar en la Copas Libertadore y Sudamericana disputadas en el último veinteno.
Como si fuera poco, la mayor carta de presentación del nacido en esta encantadora tierra en lo concerniente a lo deportivo, fue ser el epicentro de uno de los mejores Juegos Centroamericanos y del Caribe de la historia, desarrollados en 2018 en la capital del Atlántico.
Y para rematar la grandeza con la que nació, será la matriz de los prestigiosos Juegos Panamericanos que se efectuarán en 2027 en la Arenosa.
Por toda su fastuosa historia, por su lujoso presente y por el prodigioso futuro que avista, no hay más que desearle mil años más de vida al Metropolitano Roberto Meléndez y darle infinitas gracias por haber escogido nacer en la siempre amada y venerada Barranquilla.