El Rojiblanco tendrá su segundo duelo de pretemporada este sábado en Perú, chocando con Sport Boys.
Por: Iván Peña Ropaín.
Un Junior de Barranquilla sin nada nuevo que mostrar en cuanto a su fútbol en comparación a la paupérrima temporada pasada, se exhibió la noche del martes 14 de enero, cuando cayó 3-1 en juego amistoso frente a Universitario de Perú en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez.
De la primera parte no hay mucho que señalar para el equipo de nuestros intereses, el Rojiblanco, solo que tuvo un juego bastante endeble en todas sus líneas, vio dos dianas embocadas en cueva propia y varias de las caras nuevas se estrenaron sin dar mucho para analizar.
Entre esos rostros que se apreciaron desde la partida en el onceno parado en cancha por el DT César Farías estuvieron los del defensor Daniel Rivera, los juveniles Jhonier Guerrero y Jesús Díaz y el atacante paraguayo Guillermo Paiva.
Los tantos en esos primeros 45 minutos fueron facultados por Yuriel Celi, tempranero, al minuto 4, y por Gabriel Costa, al 24′, siendo más durante esa etapa el elenco peruano, que sinceramente, hizo lucir al Rojiblanco como un equipo de segunda categoría. Incluso, el apodado Crema pudo haberse ido con la cuenta ampliada, pero por la falta de precisión al definir se inhibió de ello.
Para la segunda parte Junior de Barranquilla efectuó cinco modificaciones de salida, dando paso a Didier Moreno, Deiber Caicedo (refuerzo), Harold Rivera (refuerzo), José Enamorado y Yani Quintero.
Si bien el equipo mostró una mejoría al, por lo menos, generar una ofensiva que metió presión al arco contrario, solo pudo llegar a una anotación, esta al 58′, a través de Caicedo, quien aprovechó un error del arquero de Universitario, Sebastián Britos, al no poder colgarse con la esférica y dejársela servida.
Atacó y atacó el dueño de casa, desesperando por momentos a la exigua hinchada que acudió al Metro, ya que hubo jugadas que no pudo dilucidar y que le pudieron dar la paridad, la cual por momentos era merecida, también hay que decirlo.
No obstante, el que no perdonó fue el cuadro inca, que de las poquitas que produjo en ese periodo complementario, cantó el 3-1 sepulcral, cuando a seis del tiempo reglamentario (84′), Diego Churin sentenció todo e hizo ir a sus casas con caras largas a los adeptos junioristas.