Javier Acosta, de 36 años, pereció en un centro médico privado de Bogotá al mediodía del viernes 30 de agosto. Su hija de 11 años le expresó antes de morir: “Papá, te amo, pero prefiero que estés con Dios a verte seguir sufriendo en una cama”.
Por: Iván Peña Ropaín.
Tal como lo había previsto, el futbolero e hincha de Millonarios de Bogotá, Javier Acosta, quien se llevó todo el afecto y bendiciones en los últimos días de muchos colombianos, puso fin a su vida sometiéndose voluntariamente a la eutanasia.
A las 12:30 p. m., en un centro asistencial privado de la capital del país, a este hombre de 36 años le aplicaron la inyección letal, siendo acompañado por familiares y un gran puñado de hinchas de Millos en las afueras del sitio, quienes no dejaban de corear su nombre.
En las últimas horas previo al procedimiento médico, Javier dejó varios mensajes contundentes para las familias, los amigos, las personas en general y, por supuesto, para los hinchas del fútbol: “Disfruten cada instante, con sus amigos, con sus parceros, no esperen a que maten a un amigo para que le digan: ‘Loco, lo quiero’, no esperen a que maten a un parcero, a un ‘barra’ para llevarle flores a casa. Disfruten mucho de sus familias, y a los hinchas del fútbol, amémonos los unos a los otros, perdonémonos”.
Agregó en la misma línea futbolera: “Hoy se va un ‘barra brava’, un hincha, un papá, un hijo, un gran ser humano, un loquillo. Y se va con todas las ganas de seguir viviendo, se va con esas ganas de seguir aquí en este mundo cumpliendo muchos sueños, metas”.
En otra de las reflexiones de la vida, este hincha del Embajador precisó: “Para mí la vida es un ratico, yo soy fiel creyente de que cuando la vida se pone a cuadritos, que se pone dura de tanto sufrimiento, uno tiene que sonreír. Yo nunca me imaginé decir: Me muero el viernes a las 12”.
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Sobre cómo ha asimilado esto su hija de 11 años, dijo en su mensaje que fue por medio de una entrevista: “Es tan madura, que se sentó en mi cama, en el hospital, y me dijo: ‘papi, te voy a decir una cosa: te amo con mi vida. El primer amor de una hija, de una mujer, es el papá. Eres mi vida’. Papá, te amo, pero prefiero que estés con Dios a verte seguir sufriendo en una cama”, agregó la pequeña.
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Su historia fue marcada por una bacteria
La vida de este ferviente seguidor del bello fútbol empezó cambiando a sus 9 años, cuando en un paseo en Tuluá, en Valle de Cauca, sufrió un accidente que lo dejó en silla de ruedas, siendo esto el preámbulo de una futura complicación en su salud que lo llevaría al final a decidir ponerle fin a su vida.
Años después sostuvo un viaje al sector turístico de Melgar, en Tolima, donde en una tarde recreacional en la que compartía con unas amigas, adquirió la mortífera bacteria.
“Ese hongo le puede dar a cualquier persona, pero en 5 días tenía una llaga que se me pasó al hueso del glúteo izquierdo y luego al derecho, empezando ahí todo. Me hicieron cultivos y cirugía, pero la bacteria está tan fuerte, que me acabó con los tejidos y huesos, por lo que me dieron la opción de amputarme mi pierna. Me dijeron que eso no me aseguraba que se me pasara también a la otra, a los brazos o a cualquier otra parte del cuerpo todo, pero la infección comenzó a agrandarse”, había contado Javier, a través del video montado en sus redes sociales y el que se viralizó”.
