“Ese vehículo era mi medio de trabajo, no estaba asegurado”.
Siendo las 4:45 p. m. del 21 de abril, un hombre se dirigía a prestar su servicio de transporte escolar a estudiantes del Instituto Alexander Von Humboldt, en Barranquilla, sin embargo, en el camino se registró un suceso que por poco pudo terminar en tragedia.
Cuando el ciudadano, de nombre Jorge, se movilizaba a bordo del carro particular por la calle 72 con carrera 35B, barrio Olaya, un olor inusual le llamó la atención.
“Yo sentí un olor a quemado e intenté orillarme para verificar qué era, pero cuando me intento bajar ya tengo candela en el motor, el señor del bus que venía detrás mío muy amablemente me prestó su extintor, otro ciudadano de una moto intentó ayudarme también para que abriéramos el capó“.
Sin embargo, la situación se complicó cada vez más: “Cuando lo abrimos me quemé, el capó se cerró fuertemente y la guaya que utilizamos para abrirlo se hundió y no hubo forma de abrirlo, varios ciudadanos nos prestaron su extintor, pero tampoco hubo cómo atacar directamente el fuego”.
El carro que conducía Jorge era de segunda, lo había adquirido hace dos meses para trabajar, porque en diciembre de 2021 perdió su empleo. Su decisión de detenerse, basada en la preocupación por las personas a las que iba a recoger, menores de edad, lo llevó a prevenir una gran pérdida humana.
“Quise verificar de dónde procedía el olor. Gracias a Dios me detuve ahí y no cerca del colegio. La reacción de los bomberos fue rápida, pero el fuego consumió el vehículo y lamentablemente quedó en pérdida total, no estaba asegurado porque el carro se acababa de comprar y solo el pasado lunes me llegaron los papeles”, indicó.
Sumado a ello, expresó con dolor, pero con cierta tranquilidad: “Ese vehículo era mi medio de transporte y de trabajo, iba buscando a unos vecinos, gracias a Dios no se habían montado los niños porque el caos iba a ser mayor”.
Las llamas también acabaron con varias pertenencias que tenía dentro del auto como su licencia de conducción, dinero en efectivo y el cargador del celular, sin embargo, es de gran alivio para él no haber avanzado más hacia el instituto.
“Gracias a Dios no hubo pérdidas humanas ni nada que no se pueda recuperar, será un trabajo duro reponerlo, pero con el favor Dios se hará”, finalizó.
