Vivía en el barrio Ciudadela 20 de Julio.
La vida se le apagó a Bryan Jair Benavides Torres, de 21 años, cuando estaba comenzando a devorarse el mundo con su talento. El domingo 16 de enero, un accidente en su motocicleta a las 3:30 a. m., mientras iba por la calle 47A con carrera 3 sur, llevó a su deceso a las 4:45 a. m. del mismo día.
El padre de Bryan, Jair Benavides, le contó a Alexander Ojito, el Ojo de la Calle, sobre la muerte de su hijo, la cual dejó a toda su familia destrozada, aferrándose a la esperanza de que Dios le tendrá mejores propósitos en el cielo.
“Venía en la moto, salió a llevar a la novia, perdió el control en una semicurva y se estrelló contra un poste, su humanidad pegó contra el poste. Me llamó mi hijo mayor diciendo que se accidentó el hermano, yo estaba trabajando en Valledupar”, contó el progenitor de Bryan.
Aunque logró ser auxiliado, el joven falleció en la Clínica La Victoria, por un fuerte golpe que recibió en el pecho. Tras realizarle los estudios pertinentes a Bryan se comprobó que no estaba alcoholizado ni había consumido ningún tipo de sustancias al momento del accidente.
“Se iba el viernes para un equipo de Sinaloa en México, viajaba el viernes a las 9:00 a. m., ya lo estaban esperando con contrato firmado, una gran promesa del fútbol, excelente jugador delantero”, agregó su papá.
Un talento de admirar que proyectaba su nombre en grande
Bryan Benavides Torres comenzó su carrera jugando en Tiburones, del profesor César Álvarez, luego pasó a jugar a Academia Fútbol Club con el profesor Freddy Jaramillo, después a los 10 años se fue a jugar a Medellín, donde fue jugador en el torneo de Pony, después lo compró Alianza Caribe y fue goleador del torneo sub-15 a los 13 años, en Ibagué.
“Pasó a Udinese, la filial que tenía el equipo italiano en Colombia, ahí jugó tres años, luego en Ipa Sport, en la Selección Atlántico, en la Preselección Colombia, saltó al profesionalismo en el equipo Tigres de Bogotá, jugó en la segunda división y se le presentó la oportunidad de ir a jugar a México, aunque no se concretó”, contó Jair.
Ya entrada la pandemia, el jugador participó en una prueba en el Estadio Moderno ‘Julio Torres’ e hizo cuatro goles. Su papá añadió: “El empresario habló conmigo y me dijo ‘firmamos, firmamos a este muchacho’. Nada más estábamos esperando que se fuera el viernes, nos íbamos el viernes para Ciudad de México y luego él tomaría rumbo a Sinaloa“.
Con el salario que recibiera en México pensaba respecto a su familia “cambiarles a todos la vida”; sin embargo, con profundo dolor, lágrimas en los ojos y un corazón cargado de dolor, Jair expresó:
“Era un muchacho muy comedido, dedicado a su gimnasio y a su deporte, un tipo muy sano, tanto es así, que hubo una romería tan grande ayer en mi casa que no cabían en la cuadra, había más de 2.000 personas dándonos el pésame a la mamá, a mí y a su hermano, porque era muy popular, muy querido por todos, pero Dios lo llamó al ejército del cielo. Dios es bueno y si se lo llevó es porque tiene un mejor propósito con él allá“.
Informe: Alexander Ojito – El Ojo de la Calle
