Tras el saludo de la parvis, Francisco permaneció unos diez minutos saludando a los fieles presentes. La celebración del Domingo de Ramos y la Pasión de Cristo fue presidida por el cardenal Leonardo Sandri.
“¡Feliz Domingo de Ramos y feliz Semana Santa!”, esas fueron las palabras que el papa Francisco ha pronunciado este 13 de abril, desde la parvis de la Plaza de San Pedro, al final de la misa del Domingo de Ramos.
El sumo pontífice habló desde la parvis y luego permaneció en la plaza durante unos diez minutos, saludando a los fieles. El papa, aún convaleciente, fue acogido por la multitud que lo aclamaba y un rayo de sol, después de su presencia el domingo pasado en el jubileo de los enfermos y del mundo de la salud y sus salidas no programadas del 10 de abril para ir a la Basílica Vaticana y la visita del sábado 12 de abril a Santa María la Mayor para rezar ante el icono de la Salus Populi Romani.
#Atención Sin que estuviera previsto, el papa Francisco llegó a la Plaza de San Pedro del Vaticano al final de la misa del Domingo de Ramos.
— BluRadio Colombia (@BluRadioCo) April 13, 2025
En silla de ruedas y sin asistencia respiratoria, saludó a todos los fieles en el inicio de la Semana Santa. pic.twitter.com/aSI0LyYZMu
Aunque Francisco estuvo presente, la misa del Domingo de Ramos fue presidida por el cardenal Leonardo Sandri, vicedecano del Colegio Cardenalicio, y escogido como delegado del pontífice para el primero de los ritos de la Semana Santa.

Domingo de Ramos
Más de 40.000 personas, a pesar del tiempo sombrío, estuvieron presentes en la plaza de San Pedro adornada con flores multicolores y plantas de viveros italianos y holandeses. Cerca de las estatuas de los santos Pedro y Pablo, a los pies de la parvis y del obelisco, se han colocado grandes olivos.
150 palmas y 200.000 ramitas de olivo se distribuyeron junto con la «palme fénix» y las tradicionales palmas tejidas. La procesión parte del brazo de Constantino hasta el obelisco, donde tiene lugar la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén con la bendición de las palmas y ramas de olivo que sostienen los fieles y la proclamación del Evangelio.