Comerciante reveló el drama de terror que vive por las amenazas de grupos delincuenciales.
*Miguel decidió contar los detalles de la pesadilla que vive como comerciante en el centro de Barranquilla. Por varios años ha tenido un reconocido local en donde el licor y la buena música se convirtieron en una tradicional compañía.
El negocio genera pocos ingresos, a lo mucho produce para el pago de su sustento diario y el de unos cuatro trabajadores, pero la visita de clientes fieles lo han motivado a subsistir con el tiempo.
“Me pidieron una cuota inicial de $40 millones”
El viacrucis inició con un panfleto que dos hombres a bordo de una bicicleta dejaron en su establecimiento comercial.
“Un empleado me entregó el papel donde tenía plasmado lo que normalmente dicen los panfletos, que si no te comunicas dentro de dos horas, hay que atenerse a las consecuencias. Yo comenté el hecho a un conocido del Gaula. Gracias a las cámaras de seguridad el agente identificó al mensajero que entregó el panfleto y me confirmó que ya lo habían capturado”, expresó el propietario.
Ante la buena noticia de las autoridades, *Miguel no le dio mucha importancia a lo sucedido y decidió no escribir, ni llamar a los teléfonos que aparecían en el panfleto, el cual estaba firmado por la organización militar Los Costeños.
Luego de cuatro días de la entrega del panfleto, un hombre que se movilizaba a pie pasó varias veces por el local. En un momento dado, el sujeto sacó un arma de fuego y disparó en cuatro ocasiones contra el negocio, intentando impactar al portero. Por fortuna, las balas no lograron alcanzarlo. El atentado criminal quedó grabado en una cámara de seguridad.
“Después de ese ataque yo le dije a uno de mis trabajadores que se comunicara con los números que aparecían en el panfleto, para que nos dejaran trabajar en paz”, indicó el comerciante.
*Miguel volvió al Gaula a exponer su situación, pero la única solución que le dieron fue una negociación con estas personas y organizar un operativo para que en el momento de la entrega del dinero procedieran a capturar a quien lo recibía.
“Ante esta propuesta yo les pregunté sobre qué seguridad nos iban a brindar, a mis empleados, a nuestros familiares, pero ellos me aseguraron que con la detención, después de eso no me iban a molestar en el negocio. La verdad no sentí protección por parte de ellos“, expresó.
En conversación con personas de otros locales, la mayoría le indicó que estaban en la misma situación, pero que ya estaban cancelando la cuota que estos sujetos le indicaban y que él era el único que faltaba por cancelar.
“Hasta los clientes que llegaban al negocio nos advertían: ponte pilas que por allá están pagando y tú eres el único que se está poniendo pesado para pagarle a esa gente”, añadió.
Cuando por fin estableció contacto con los extorsionistas, le solicitaron una cuota inicial de 40 millones de pesos para seguir manteniendo la negociación, de lo contrario debía cerrar su negocio a las 6 de la tarde o se atendría a las consecuencias.
“Ellos, al parecer, no conocen muchos detalles del negocio, ni quienes son los dueños, solo quieren que les paguen su plata y listo, pero nosotros de dónde vamos a sacar ese dinero, si este negocio apenas está reviviendo por temas de la pandemia y el sector ya no es como antes, es imposible pagar esa cuota”, agregó.
Los encargados del establecimiento hicieron caso omiso a las amenazas, pasaron dos días, volvieron a escribir al Whatsapp, pero no contestaron. Justo en ese segundo día, fueron víctimas de otro ataque.
“Lamentablemente en esta ocasión sí lograron atentar contra uno de los empleados. Desde un carro blanco, el copiloto y otra persona que iba en el asiento trasero, dispararon varias veces contra el negocio. Un trabajador fue impactado tres veces en su cuerpo, está vivo de milagro”, explicó.
Este segundo atentado también quedó registrado por las cámaras de seguridad.
En su momento las autoridades indicaron que los delincuentes que perpetraron el atentado habían usado un arma traumática, dictamen que le pareció extraño al comerciante, pues las balas atravesaron el vidrio del negocio e hirieron al trabajador en la cadera y en una de sus piernas.
“Yo he tratado de comunicarme con esa gente, pero no contestan. Al día siguiente del segundo atentado, los trabajadores llegaron con miedo y a los clientes les ha dado miedo volver. Tristemente se tomó la decisión de cerrar el local“, concluyó el comerciante afectado.