Hizo parte de la Armada y perdió sus extremidades inferiores al entrar en un campo minado. Quedar con vida fue su mayor impulso para seguir adelante.
La historia del exmilitar de la Armada Nacional, Enrique Pérez, está cargada de valentía y fortaleza, él es uno de los egresados más recordados del SENA que, en alianza con empresas estratégicas, lleva a profesionales del sector de vigilancia y la seguridad a certificarse como Técnicos Laborales en Seguridad de Instalaciones.
Pérez fue uno de los aprendices destacados durante su formación, pues su historia de vida se enmarca en la lucha diaria que vive una persona en estado de discapacidad en la sociedad actual. Él es hijo de campesinos y oriundo de un pueblo enclavado en los Montes de María, Los Palmitos, Sucre, del que fueron desplazados debido a la violencia que se vivía en los años 80 y 90, en los que se padeció el flagelo de la guerrilla y el paramilitarismo.
“No me quedaban más opciones que tomar una decisión, tomar un bando o el otro, pero gracias
a esos consejos de cuna, de esos principios que me engendraron a mí, que me hicieron ser lo que
soy hoy en día, tomé la mejor decisión. Entonces fue cuando me enfilé para prestar el servicio
militar en la Armada Nacional”, contó.
Su vida militar la desarrolló en el sur de país, en los departamentos de Caquetá, Putumayo y Amazonas. Años después fue trasladado a la costa Caribe y en un operativo de impacto nacional perdió sus extremidades inferiores al entrar en un campo minado.
Quedar con vida fue su mayor impulso para seguir adelante. Enrique descubrió que por su nueva
condición debía enfrentar cada día como un reto. “Yo al verme en esta situación y verme con vida,
que es el regalo más precioso que puede tener un ser humano, dije: ‘Tengo que hacer algo, yo no
puedo quedarme acá, tengo que levantarme’”.
Fue así como comenzó a poner su experiencia al servicio de la sociedad, como vigilante en una empresa de seguridad. “Llego a una empresa de seguridad, como es Proteger Seguridad, que abre las puertas en un programa muy hermoso de inclusión laboral a personas en condición de discapacidad, y en el cual el SENA ha podido capacitarnos para que brindemos mayor confianza a nuestros protegidos”.
Hoy Pérez se desempeña con gran confianza en sitios de gran afluencia de público en la ciudad y agradece al SENA todo lo vivido en su proceso de formación. Él resalta que nunca sintió diferencias
entre sus compañeros aprendices:
“Al verme en un grupo de jóvenes convencionales, con piernas, en diferentes sedes del SENA, capacitándome, no me hacía diferente. Me sentí un miembro más de la sociedad, un estudiante más del SENA, me sentí muy cómodo, acogido, apreciado y sentí que como hombre valía. El SENA estaba abrazándome”.
Enrique es uno de los beneficiados de los programas de formación del SENA que quieren prepararse y/o validar sus conocimientos y experiencias en algún sector. En la actualidad, está más seguro de que las oportunidades existen para todos los que no se rinden ante las adversidades.
“Espero que el SENA siga brindando oportunidades a personas como yo, que un día, no muy lejano,
vamos a lograr que nuestros sueños se hagan realidad”, expresó.