Triste reflexión luego del homicidio de Jack Ramírez Comas, en medio de un atraco, en el barrio Mercedes Sur de Barranquilla.
Por: David Peláez Pérez.
Con el dolor de barranquillero y rechazando la ola de terror, crimen e indiferencia de las autoridades, siento la obligación de pronunciarme.
Me despojo de mi prudente investidura de funcionario público y me abrigo con la cobija de padre de tres hijos, un joven como Jack y dos adolescentes más.
Nuestra ciudad se ha convertido en un entorno de miedo e incertidumbre, y lo más doloroso es el silencio temeroso de los ciudadanos y la falta de una postura fuerte y sostenida de las autoridades frente a estos dolorosos acontecimientos.
Si el asesinato de Jack hubiese ocurrido hace unos 10 años o más, la ciudad entera se estaría movilizando. Los barranquilleros no podemos permitir que conviertan nuestra Puerta de Oro y nuestras familias en una plaza de miedo y terror.
Esto no es con discursos ni con shows mediáticos, las autoridades deben revisar lo que está ocurriendo y ejecutar acciones para recuperar una ciudad que está en manos de asesinos.
El modo de operación de estos criminales es de sicarios de las peores dimensiones, matan y luego roban.
Salir de casa en Barranquilla se ha vuelto una ruleta rusa, es como andar en un campo minado.