La tempestad hizo que el perro de Denilson se lanzara a la corriente de agua, haciendo que el adolescente cayera.
¡Los milagros existen! Eso es lo que profesa Denilson Peinado García, de 19 años, quien fue arrebatado de las garras de la muerte el pasado martes 7 de junio, luego de que siendo las 8:30 p. m. cayera a un arroyo en la calle 88F con carrera 3, barrio Santo Domingo de Guzmán, en Barranquilla.
Los pronósticos no eran buenos, dado que en de octubre de 2021 el mismo arroyo cobró la vida de Juan David Cantillo González, quien tenía tan solo 15 años de edad. Su cuerpo fue encontrado en las mallas de la empresa Triple A, en el barrio El Pueblito.
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Sin embargo, no era el momento de Denilson para partir de este mundo y hoy puede contar su historia. “Yo llevaba al perro agarrado, iba pasando cerca de un arroyo cuando pegó un centellazo y el perro por susto se tiró al arroyo, como yo lo llevaba agarrado de la mano, me caí accidentalmente“, relató.
Antes del accidente, el joven se había bañado con agua lluvia en el barrio La Sierrita junto con su perro, Lucas, y un amigo, llamado Breiner; Denilson cayó al arroyo cuando se dirigía hacia su vivienda.
El canino logró salvarse por su propia cuenta, pero a Peinado García le ganó la fuerza de la corriente. “Fue un momento difícil porque estaba agonizando entre el agua, quería salirme y yo veía que no podía, intentaba agarrarme de unas matas y nada, no podía; unas personas que iban detrás me tiraban palos, pedazos de tabla para que me agarrara y no las alcanzaba porque el arroyo me llevaba muy rápido“.
Denilson, apodado el Cacha, pensó que iba a morir, pues los nervios se apoderaron de su ser a medida que aumentaba su dificultad para respirar. Su amigo Breiner, en medio de la oscuridad de la noche y el poco alumbrado público, hizo lo que estuvo a su alcance para intentar salvarlo.
“Yo gritaba nada más el nombre del amigo mío para que viera por dónde iba, yo le decía: “Breiner, Breiner, no me dejes morir”, él me decía que le dijera dónde estaba porque no me alcanzaba a ver por la oscuridad y yo lo llamaba a él para que me viera, eso duró como 10 minutos porque pasé varios puentes”.
Un vecino, una moto y un cable
Varios elementos fueron indispensables para que Denilson no muriera, cada segundo era vital y evitar que llegara hacia un arroyo de mayor magnitud en la Cordialidad era una prioridad.
“El rescate fue algo mandado por Dios porque cuando llegué al puente de la Cordialidad ya todos los que corrían detrás mío se dieron por vencidos pues ya me iba a encontrar con el arroyo más grande que está hacia debajo de la Cordialidad; todos se dieron por vencidos, pero un amigo mío al que siempre le voy a dar las gracias, que vive ahí en la Calle Ancha, fue quien puedo montarse en una moto y esperarme él solo más adelante”.
Breiner y los demás vecinos se quedaron sin herramientas y sus fuerzas se agotaron, aunque dieron lo mejor de sí, pero el destino le tenía reservado al joven otro salvavidas, apodado Junior.
“Él me estaba esperando con un pedazo de cable como de un metro y ahí ya había más claridad; él me decía: “Es aquí, es aquí, nada para acá, nada para acá, busca la orilla” y cuando yo busqué la orilla que él me tiró el pedacito que cable, yo gracias a Dios logré sostenerme, él me dio la mano y me logró sacar, cuando lo hizo ya me sentí salvo porque no me faltaba mucho para llegar al arroyo grande de la Cordialidad”.
Finalmente, Peinado García expresó: “De darle las gracias a Dios me dan ganas de llorar, le diría a Dios que le doy gracias porque estaba a punto de morirme y mandó a esa persona que me rescatara porque y ya se habían dado por vencidas las personas que iban por detrás de mí y solo fue él quien pudo rescatarme allá adelante“.
Junior, el rescatista de oro
Tomar la decisión de arriesgar la vida propia por salvar a otra persona no es una decisión fácil de tomar. La determinación debe ser cosa de segundos, pues cada instante es decisivo para ganar la batalla entre la vida y la muerte.
Manuel Solano, apodado Junior, fue el rescatista de oro quien corrió cuando todos se cansaron, luchó cuando todos se dieron por vencidos. Así narró su acción valerosa:
“Yo le tiré un palo, pero no lo alcanzó, después, una señora me dio un cable de teléfono y ahí fue donde lo pude sacar más adelante, yo estaba por la casa en La Sierrita y me desplacé hasta los lados de San Martín en moto y corriendo. Yo lo conozco a él desde hace rato y yo lo seguí y lo pude sacar”.
Junior se rehusaba a dejar que Denilson muriera, él no veía ninguna opción más que darlo todo por salvarlo. “No me gustaba que se hubiera ido en ese arroyo, no es el primero ni el último. Yo le pedí mucho a Dios y él me dio la fuerza para ayudarlo a salir y Denilson lo sabe, cuando lo saqué él me decía: ‘Yo estoy con Dios, yo estoy con Dios'”.
La madre de Denilson percibió que él estaba en peligro
Belkin García, progenitora de Peinado García reveló haber percibido que a alguno de sus hijos le sucedía algo malo: “Yo estaba averiguando una matrícula en la Uniminuto; cuando venía llegando y sonó ese trueno tan feo el cuerpo me hizo sentir que algo le estaba pasando a mis hijos, me puse nerviosa y quería llegar rápido a mi casa, pero la lluvia era muy fuerte”.
Cuando arribó al barrio los rumores eran fuertes. “Al llegar a la esquina escuché que dijeron: ‘Esa es la mamá Cacha, noj*da si supiera que su hijo se ahogó‘, entonces mi hija me alcanzó y me dijo: ‘No mami, él está bien, él está bien’, yo venía temerosa y no le creía, pero en mi mente decía: “Dios mío, ¿será que me está diciendo mentiras?, yo hasta no verlo no voy a creer”.
Denilson fue llevado hasta la Clínica San Ignacio, a donde llegaron a verlo su madre y su hermana. Hoy ya se encuentra en casa, contándole a todos el milagro de su vida.
Por su parte, Reinaldo Meneses, vecino, recordó a raíz del caso de Peinado, la historia de un joven por el que él se lanzó a la corriente:
“Eso fue una oportunidad de vida que Dios le dio a él porque Dios tiene propósitos con él, 20 años atrás venía un pelao rodando también y yo me tiré a sacar al muchacho que venía desesperado y a mí me tuvieron que pasar una vara porque ese arroyo tiene fuerzas. Ahí se han ahogado como tres pelaitos y cuando lo vi pasar a él pensé que sería otro más”.
Informe: Alexander Ojito – El Ojo de la Calle