“Renovar la mente no es pensar diferente, es pensar más alto”.
Por: Mauricio Molinares
¿Qué cosa tenían en común Albert Einstein y Saulo de Tarso?
Einstein dijo: “Ningún problema puede ser resuelto en el mismo nivel de pensamiento en el cual surgió”.
Y siglos antes, Pablo ya lo había revelado desde una sabiduría más alta: “No te conformes a este mundo, sino transfórmate por medio de la renovación de tu mente, para que compruebes cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).
Einstein lo explicó desde la ciencia; Pablo lo entendió desde el espíritu. Los dos llegaron a la misma verdad: nada cambia afuera si la mente sigue pensando igual.
Renovar la mente no es pensar diferente, es pensar más alto. Es dejar que Dios transforme los pensamientos que te atan por verdades que te liberan. Porque la vida no mejora cuando cambian las circunstancias, sino cuando cambiamos la forma de mirarlas.
El apóstol lo completó en Filipenses 4:8:
“Si hay algo bueno, justo, puro o digno de alabanza… en esto pensad”.
Ahí está el secreto: lo que ocupa tu pensamiento termina moldeando tu alma, y lo que llena tu alma termina dirigiendo tu vida.
Así que la próxima vez que enfrentes un problema, no te cargues ni te quejes, Eleva tus pensamientos a la altura de la Palabra. Piensa en lo que Dios dice de ti y en lo que Él ha prometido que hará por _ y da gracias.
