“Si podemos unirnos para alentar a un equipo que amamos, también podemos unirnos por nuestras familias, por nuestros sueños”.
Por: Mauricio Molinares
El viernes en la noche, el Metropolitano no fue solo un estadio. Fue una ciudad latiendo al mismo ritmo. Luces en el cielo, banderas al viento y miles de voces cantando. No era solo fútbol. Era esperanza compartida. Era Barranquilla diciéndose: todavía creemos.
Y pensé algo simple pero poderoso: qué bien nos hace creer juntos. Sentir que no estamos solos, que caminamos hacia algo bueno Eso tiene nombre: Se llama gozo. No euforia. No evasión. Gozo que sana, que ordena, que sostiene cuando el cansancio aprieta.
Pero hay un gozo que no se agota, porque nace de una fuente más alta que cualquier alegría pasajera. Un gozo que, no tiene comparación. No es casualidad que estemos en Navidad. La Navidad empieza así: con un anuncio de esperanza, con luz en medio de la noche, con comunidad. Cuando la esperanza aparece, la oscuridad retrocede.
Si podemos unirnos para alentar a un equipo que amamos, también podemos unirnos por nuestras familias, por nuestros equipos de trabajo, por los sueños que aún esperan.
Barranquilla nos invita cada día a creer y a soñar. A no rendirnos. A vivir con alegría como acto de fe. Ojalá esa inercia se contagie. Porque un país que vuelve a creer, es un país que vuelve a levantarse. Que viva Junior, que viva la Navidad, que viva Dios! Bendiciones #DesdeElAlma




