Los últimos actos de aparente indisciplina en Junior han puesto a preguntarse a algunos por qué en el fútbol patrio está por encima lo deportivo que la parte integral del jugador.
Por: Iván Peña Ropaín.
La costumbre en el fútbol profesional colombiano es que la mayoría de sus clubes, por no decir todos, sean de la Primera División, de la Segunda Categoría o de las inferiores, a su materia humana, los futbolistas, solo se le proyecta en el ámbito deportivo, dejando en segundo plano, o no “parándoles bolas” al final, a su formación educativa y humana, lo que llaman los expertos el ser integral.
Muchos advierten que por ello es que se escuchan constantemente actos de indisciplina por parte de jugadores en el rentado local, bien sea dentro o fuera de las canchas, recordándose lo que ha pasado con Junior de Barranquilla en las últimas tres semanas en las que tres de sus miembros fueron cuestionados fuertemente por la hinchada y la prensa por sus presuntos actos de desobediencia, siendo el caso del soledeño Luis ‘El Chino’ Sandoval el de mayor complejidad, aunque este y el DT Arturo Reyes, después de varios días, salieron a negar todo.
Pero todos estos acontecimientos que van en contravía de la ética profesional que se debe tener, así sea en un deporte tan popular como el fútbol, conllevan a que muchos le tiren no tanto a los señalados, sino a las directivas de los clubes, porque no ponen en marcha con todas las de la ley, así lo contemplen en su plan formativo de forma escrita, los aspectos educativos y humanos en sus trabajadores (futbolistas).
Los principales protagonistas del fútbol, muchos de ellos provenientes de hogares y entornos vulnerables donde la pobreza, la violencia, los abusos, la ausencia de afecto y la falta de oportunidades marcaron su infancia, luego de cumplir su proceso de inferiores, donde tampoco ven un apoyo nervudo en dichos aspectos humanos, saltan sin más al mundo de la ‘profeta’, como le llaman.
Estando allí, menos que menos se trabaja con ellos, es una realidad, dificultándose más el panorama en vista de que la gran mayoría de los jugadores, al empezar a ver sus primeros pagos, muchos con altas cifras, ya no les interesa más nada y optan por llamarse “profesionales” por el simple hecho de ser jugadores consagrados, mientras su estado personal sigue en cero y con tendencia a empeorar por cuenta del dinero que desorienta sus mentes y personalidades; algunos hasta olvidan la humildad con la que crecieron.
De que es claro que las instituciones futboleras en Colombia a las que pertenecen no tienen un proyecto formativo sólido y que este no lo ponen en marcha desde las inferiores, es algo es real, hasta exjugadores de renombre en el fútbol patrio así lo han manifestado en decenas de entrevistas.
Cada que se dan circunstancias de desorden y rebeldía en el fútbol colombiano, donde el Rojiblanco es uno de los más sufridos a través de su historia por la falta de profesionalismo de varios que se han colocado sus colores, en la sociedad nace la pregunta: ¿Por qué ha sido tan difícil laborar seriamente en la orientación de los futbolistas profesionales en nuestra Liga, especialmente, en aquellos que nacen y crecen en ambientes llenos de hostilidades de todo tipo?
¡Independiente del Valle, gran ejemplo!
No hay que irse al fútbol del Viejo Continente, donde la profesionalización humana y educativa de los futbolistas, como debe ser, es una obligación, siendo más intenso tal proceso en el fútbol de Inglaterra. Solo basta con mirar uno de los países vecinos para darnos cuenta que en el denominado Tercer Mundo existen proyectos serios y que valen la pena emular.
Miremos hacia Ecuador, donde uno de sus clubes que ha tenido un gran protagonismo continental en el último tiempo apela a la perfección al instructivo de la parte humana, psicológica y social de sus jugadores. Se trata de Independiente del Valle.
Andrés Larriva, gerente deportivo de ese quipo apodado ‘El Matagigantes’, en entrevistas ha develado que el modelo que los ha llevado al éxito a nivel local e internacional consiste en tres pilares: desarrollo humano, academia y alto rendimiento.
Los logros conseguidos por Independiente del Valle no solo se reflejan en haberlo convertido en uno de los grandes del fútbol ecuatoriano en corto tiempo, sino en acumular ocho títulos en 16 años en su país y por fuera de él, performance y rendimiento futbolístico al que ni siquiera se le han podido acercar los clubes importantes y tradicionales en Colombia como Millonarios de Bogotá, América de Cali, Deportivo Cali, Junior de Barraquilla, Independiente Medellín o Santa Fe de Bogotá, exceptuando al equipo de los antioqueños, Atlético Nacional de Medellín, que entre ese período de 16 años cosechó una buena racha de títulos en las distintas competiciones, entre esos la Libertadores de 2016 ganada, casualmente, a ese club de Ecuador.
En las estadísticas de ‘El Matagigantes’, cinco han sido los galardones a nivel local y tres los internacionales, además de dos subtítulos, uno en la Libertadores y otro en la Recopa Sudamericana de 2020, ganada por Flamengo de Brasil.
