Eduardo Hernández Araque, de 38 años de edad, taxista de oficio, emprendedor y propietario de la empresa de transporte Prodetrans, falleció en el día de peores estadísticas para Barranquilla en materia de COVID-19, 17 de julio de 2020, la misma fecha en que el Instituto Nacional de Salud INS, reportó 2.106 nuevos casos positivos por Coronavirus, cifra récord de contagios en la capital del Atlántico y el más alto registro presentado en Colombia.
En un mismo día, madre e hijo perdieron la vida
Juana María Araque Ariza, una aguerrida madre de 60 años, falleció a las 12:20 de la madrugada del fatídico 17 de julio, luego de estar hospitalizada por diez días en la Unidad de Cuidados Intensivos de la IPS Adelita de Char en Barranquilla.
Al mismo tiempo, Eduardo, su hijo, agonizaba en las instalaciones del Hospital Universitario CARI de Alta Complejidad. Sus fuerzas se estaban agotando, su cuerpo empezaba a resignarse, la batalla que libró contra el COVID-19 desde mediados de junio estaba por llegar a su final.
A las 3:30 P.M., Eduardo falleció. En ese preciso instante, los restos mortales de su madre Juana eran sepultados en el Cementerio Universal.
El paseo de la muerte
Eduardo Hernández fue condenado a muerte desde el primer día en que decidió buscar asistencia médica ante sus constantes y preocupantes síntomas.
Fiebre, dolor en el pecho, tos seca repetitiva y lo más delicado, problemas respiratorios, lo obligaron a ir de urgencia a la Clínica del Prado.
Allí, lo atendieron por intermedio de la EPS Coomeva, fue declarado sospechoso por COVID-19, le practicaron la prueba y lo enviaron a casa, por sus propios medios, a esperar los resultados del test y a seguir medicación con acetaminofén para manejar los cuadros febriles, Salbutamol por vía inhalatoria y el antiinflamatorio Naproxeno para aliviar los síntomas.
Primera denuncia en video
La salud de Eduardo siguió empeorando, problemas de saturación de oxígeno en su cuerpo se sumaron a los síntomas, por lo que una vez más, buscó atención médica. Esta vez, decidió ir al C.A.M.I.N.O. Murillo del barrio La Alboraya, intentando hallar hospitalización pero sus deseos fueron infructuosos. A las pocas horas de ser recibido, lo enviaron de regreso a su casa.
Eduardo salió acongojado por la deficiente atención recibida y el pésimo estado sanitario del centro de salud, indignación que dejó registrada en un primer video que publicó en sus redes sociales y que se hizo viral.
Ni la muerte pudo separarlos
Los días siguieron pasando y la salud de Eduardo continuó empeorando. Juana, su señora madre, empezó a presentar los mismos síntomas. Su edad y sus preexistencias médicas preocuparon a la familia Hernández Araque.
Doña Juana vivía en el primer piso y Eduardo en el segundo, en una vivienda del barrio El Limón en Barranquilla, cercana al centro comercial Panorama de la calle 30. Eran inseparables, muchas fueron las celebraciones que compartieron en vida, las muestras de amor de madre e hijo quedaron plasmadas en muchas fotografías para el recuerdo.
Ahora, yacen juntos en dos frías y solitarias bóvedas, víctimas de la pandemia que se ha vuelto incontrolable.
¿Cómo se pudieron contagiar?
Es la gran incógnita. A raíz del decreto presidencial de cuarentena obligatoria, Eduardo decidió no conducir más su taxi para disminuir el riesgo de contagio, y así, proteger a su esposa, Carolina Salas, a sus dos hijos, Eduardo José y Jesús Adrián, de cinco y seis años, y a su señora madre.
Por tal motivo, Eduardo entregó su automóvil a Luis Yepes, previo acuerdo de pago por tarifas diarias y junto a Carolina reactivaron el emprendimiento de El Totumazo, venta de almuerzos caseros a domicilio.
A las pocas semanas, el señor Yepes se enfermó, se complicó y falleció luego de ser diagnosticado positivo por Coronavirus. En vida, el conductor de su taxi le alcanzó a confesar que la atención médica que estaba recibiendo era precaria, “me mandaron a la casa a pesar de mi estado de salud crónico”, le dijo.
La historia de Yepes se estaba repitiendo. A los pocos días, Eduardo y doña Juana tenían serias complicaciones respiratorias.
Segunda denuncia en video
Desde la sala de su casa, Eduardo, grabó el pasado 29 de junio un fuerte mensaje dirigido al alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo.
“Esto es lo que pasa en Barranquilla, por eso se muere la gente. A los contagiados nos envían para la casa, ni siquiera en ambulancia, no hay control, nos mandan a esparcir el virus a toda Barranquilla y a nuestras familias. Barranquilla despierta, el alcalde Pumarejo está bien grave con el manejo del Covid, esto no es de mil prohibiciones, esto es de manejo con los contagiados. Nos mandan para la casa en taxi, en Transmetro o en cualquier medio de transporte y ahí vienen los contagios”, afirmó en su publicación en la red social Facebook.
Camino a la muerte
“En el video de Facebook, Eduardo no se ve tan mal”, comentaban sus compañeros de trabajo, confiaban en la pronta mejoría del amigo, del vocero sindical y del presidente de la ACT, Asociación Colombiana de Taxistas.
Pero a las 24 horas siguientes, inició el conteo regresivo de Eduardo. El maligno virus empezó a deteriorar su salud. Con mucha dificultad para respirar y para caminar, se trasladó nuevamente a la Clínica del Prado, una vez más, lo devolvieron a casa. Luego logró hacerse hospitalizar en la Clínica Campbell pero por no tener este centro de salud convenio con la EPS Coomeva fue remitido el 2 de julio a la UCI del CARI.
A los cuatro días siguientes, su esposa recibió la confirmación de que Eduardo era positivo por Coronavirus.
Allí, permaneció convaleciente por dos largas semanas, las fuerzas no le daban para enviar los diarios mensajes de texto a Carolina, el amor de su vida. Quedó incomunicado, su esposa nunca más pudo escucharle la voz, la vida de madre e hijo empezaron a apagarse de forma simultánea y en diferentes lugares de hospitalización.
El último adiós
El 17 de julio de 2020, fallecieron madre e hijo en Barranquilla. De nada sirvieron sus denuncias hechas públicas en videos, de nada valió volverse viral en redes sociales, de nada sirvió insistir tantas veces en ser hospitalizado para evitar la complicación y terminar siendo inhumado en un campo santo.
Hoy, una viuda, dos hijos, un hermano, decenas de amigos y compañeros, lloran su muerte y sufren por la doble tragedia de los Hernández Araque.
A las 8:30 de la mañana, del sábado 18 de julio, una caravana de taxis que partió del hospital CARI acompañó a Eduardo a su última morada en el cementerio Universal, en donde horas antes, doña Juana, la mujer que lo trajo al mundo, también había sido sepultada.
Mientras tanto, Carolina, su compañera por ochos años y madre de sus dos hijos, sigue esperando que su EPS la visite para practicarle la prueba del COVID-19, petición solicitada desde el mes de junio de 2020.
Por: @SergioGarciaCol