Ese mismo equipo sin ánimo del semestre, se observó ante el rojo de los bogotanos.
Por: Iván Peña Ropaín.
Sin un ápice de amor por la camiseta de Junior de Barranquilla, tal y como lo ha venido manifestando esa golpeada y triste hinchada juniorista, eso fue lo que exhibieron la noche del miércoles 23 de noviembre en el estadio Metropolitano los jugadores del Rojiblanco, que terminó perdiendo 3-2 con Santa Fe de Bogotá y selló su eliminación en los cuadrangulares finales de la Liga Betplay-II.
Esta derrota ante el santafesino también consumó la horrible temporada 2022, el fracaso de una plantilla que es la más cara en la historia de la institución barranquillera y la más costosa actualmente en el fútbol profesional colombiano.
No consiguió nada este año Junior: ni la Liga-I ni la Copa Sudamericana ni la Copa Colombia ni la Liga-II, rotundo descalabro para una millonaria inversión que hicieron las directivas, la cual les dejó cero resultados deportivos.
Hablar del partido dado la noche del miércoles en el Metro, que correspondió a la fecha 4 del Grupo A, es repetir lo que este Junior ha expuesto en cancha este semestre, principalmente, a pesar de que en este cotejo, tras ir perdiendo 1-0, logró algo que no había hecho en este Torneo Clausura: remontar un compromiso importante, lo que hizo con el doblete de Carlos Bacca (poniendo el juego 2-1) pero el que al final no sirvió de nada porque no supo sostenerlo y terminó cayendo 3-2.
Junior, antes de este compromiso frente al Cardenal, tenía ínfimas posibilidades venciendo a su rival de turno y aguardando luego porque Millonarios de Bogotá no le ganara al Deportivo Pereira, los otros dos inquilinos del grupo, más no empatando ni perdiendo con Santa Fe. Sin embargo, tal como fue parte de la noche en Barranquilla, lluviosa, así mismo terminó siendo para los poquísimos hinchas que asistieron al Coloso de la Ciudadela para ver este juego.
Con esta nueva derrota, con apenas un punto sumado en el A, despachado de todo y siendo colero en su cuadrangular, Junior de Barranquilla le dice adiós a un año para el olvido, en el que la mayoría de sus jugadores, de quienes se dicen no seguirán más en el club, cobraron muchos dividendos pero los que nada le dejaron a una escuadra que merece mucho más por la ciudad a la que representa: la más futbolera de la Región Caribe y la considerada cuna del fútbol colombiano.
