La Secretaría de Cultura y Patrimonio del Atlántico lideró el proceso formativo en el que, durante tres meses, se capacitaron 30 gestores.
Treinta gestores culturales del Atlántico hicieron realidad su sueño de convertirse en artistas plásticos gracias al taller ‘El arte es vida’, un proceso formativo liderado por la Secretaría de Cultura y Patrimonio del Atlántico que culmina con una exposición abierta al público en el Museo del Atlántico durante el mes de diciembre.
El maestro Nito Cecilio, con cinco décadas dedicadas al arte, acompañó durante tres meses una experiencia dirigida a principiantes y amantes del arte, permitiendo que hombres y mujeres del departamento dieran sus primeros pasos en la creación plástica y en las técnicas necesarias para transformar sus ideas en obra.

Los asistentes provenientes de distintos municipios del Atlántico descubrieron un camino creativo que transformó sus percepciones y capacidades. “Pasar de no hacer nada a crear algo es fundamental”, expresó Cecilio, destacando que, más allá de los conocimientos técnicos, el objetivo fue fortalecer la confianza de los nuevos artistas frente a creencias limitantes.
El pintor explicó que esta iniciativa nació tras una conversación con la dirección de la Secretaría de Cultura, donde surgió la idea de desarrollar un proceso formativo de tres meses en dibujo y pintura para personas sin experiencia previa.
El maestro aseguró sentirse sorprendido y orgulloso del resultado obtenido: obras completamente distintas entre sí, con identidad propia y cargadas de sensibilidad. Además, recordó a sus estudiantes una premisa que guía su proceso creativo: “Como decía Van Gogh, cuando uno le pone afecto a las cosas, tarde o temprano funcionan. Y de verdad, funcionó”, expresó.
Lázaro Cotes, antropólogo y asesor de Patrimonio de la Secretaría de Cultura del Atlántico, resaltó que, más allá de la formación técnica, este taller ha abierto oportunidades para que nuevos creadores reconozcan el valor de sus historias, de su entorno y de su identidad como materia prima del arte.
“Procesos como esta jornada formativa ponen a dialogar experiencias, generaciones y municipios. Personas que jamás habían tomado un pincel hoy descubren una manera distinta de narrarse a sí mismas, de resignificar lo que viven y de encontrar en la creación un acto de libertad. Cuando un ciudadano se apropia del arte, se transforma él y también transforma su comunidad”, afirmó Cotes.

El antropólogo también agregó que la exposición es la evidencia tangible de ese proceso: “Lo que vemos colgado en las paredes no son solo pinturas: son voces, son memorias y son nuevos talentos que empiezan a reconocer que el arte también les pertenece”.
Un sueño hecho obra de arte
Jairo Badillo Jiménez inició su camino en el arte de forma autodidacta, inspirado por sus raíces y por los saberes transmitidos de generación en generación. Docente normalista, dedicó más de dos décadas a la enseñanza de la educación estética y artística.
“Mi obra se llama ‘Colombia sangra’ y refleja el mensaje que nos envía la realidad del país. Participar en este taller con el profesor Nito Cecilio ha sido una experiencia invaluable porque me ha permitido conocer personas maravillosas y reencontrarme con mi juventud. Tengo 70 años y hoy retomo mi proceso creativo con la ilusión de un principiante. Durante años formé a otros, ahora me permito crear nuevamente. Gracias a la Secretaría de Cultura y Patrimonio por esta oportunidad; este proceso nos devuelve los valores y los sueños”, dijo Badillo.
Héctor García, músico de profesión de 63 años de edad, tenía en la pintura un sueño pendiente. “El arte llega a tiempo. Mi experiencia era nula; no sabía manejar un pincel, apenas dibujaba. Hoy, gracias a la Gobernación y al profesor Nito, he alcanzado un nivel que jamás imaginé”, afirmó García. Su obra, ‘Mis anhelos’, refleja ese deseo cumplido.
Clariel Romero, estudiante de marketing digital, siempre sintió pasión por el arte desde la práctica empírica. “Esta oportunidad ha sido increíble; aprender del profesor Nito Cecilio me permitió vivir el arte desde otra dimensión. Gracias a este taller de la Secretaría, hoy puedo decir que soy artista plástica”, expresó Romero.
Su obra principal, ‘El sombrero de la tía’, nació de la inspiración que le dejó una persona cercana y especial. También desarrolló ‘La danza de los peces’ en acrílico y carboncillo, una exploración sobre formas y movimiento; ‘Los colores de las emociones’, en la que plasmó sentimientos en un momento de confusión; y ‘El jardín de la felicidad’, un homenaje a una mascota muy querida.




