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Joven fallecido accidente de tránsito en la vía al mar
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Accidente de tránsito en la vía al mar truncó la vida de un joven que se dirigía a la Uniatlántico

La víctima, oriunda de Lomita Arena (Bolívar), soñaba con ser profesor de matemáticas para sacar adelante a su familia.

La mañana del pasado martes 23 de septiembre se convirtió en tragedia para la familia Ruiz Jiménez y para toda la comunidad del corregimiento de Lomita Arena, en Santa Catalina, Bolívar.

José Ricardo Ruiz Jiménez, un joven de apenas 23 años, perdió la vida en un accidente de tránsito ocurrido en la vía al mar, en cercanías del peaje de Papiros, mientras se dirigía a la Universidad del Atlántico, donde estudiaba Licenciatura en Matemáticas.

José Ricardo vivía en Barranquilla junto a su madre y sus hermanos. Recién salía de su jornada laboral cuando emprendió el camino hacia la universidad, como cada día. Era un joven disciplinado, trabajador y lleno de aspiraciones. Su sueño era convertirse en profesor para retribuirle a su madre los sacrificios hechos por él y sus hermanos.

El accidente, cuyas causas aún están siendo investigadas, ocurrió en una de las zonas más transitadas de la ciudad. Paramédicos lo trasladaron de urgencia a la Clínica San Vicente, donde lamentablemente falleció poco después de su ingreso.

La noticia de su muerte ha causado conmoción no solo entre sus familiares y amigos, sino también en la comunidad universitaria, que lo recuerda como un estudiante comprometido, respetuoso y apasionado por los números.

“Quería enseñar matemáticas no por obligación, sino porque creía que con la educación podía cambiar realidades”, contó uno de sus compañeros de clase. “Su meta era clara: ayudar a su familia y, especialmente, a su mamá. Siempre hablaba de ella con un amor inmenso”, comentaron allegados en redes sociales.

José Ricardo Ruiz Jiménez, joven fallecido en el siniestro vial.

José Ricardo deja a su compañera sentimental, quien se encuentra en estado de embarazo, enfrentando ahora un dolor doble: la pérdida de su compañero de vida y la llegada de un hijo que no podrá conocer a su padre.

En Lomita Arena, su tierra natal, la tristeza se palpa en el ambiente. El joven será sepultado en el cementerio del corregimiento, acompañado por una comunidad que aún no logra asimilar su partida. Vecinos, amigos y familiares lo recuerdan como un joven alegre, solidario y soñador.

Aunque la vida no le permitió llegar al aula como maestro, José Ricardo dejó una enseñanza profunda: que los sueños, por grandes que sean, siempre valen la pena, y que el amor por la familia puede ser el motor más poderoso para avanzar.

Informe: Luis Ángel Terán

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