El adulto mayor anhela recobrar fuerzas para poder seguir vendiendo mondongo en burro, oficio que poco a poco se desvanece.
Benito Palermo Hernández, apodado Palermo, es natural de El Paso, Cesar, pero desde hace más de seis décadas empezó a vender mondongo en burro, primero en Soledad y, después, en Barranquilla. Día tras día salía a ganarse el sustento de su hogar, hasta que sufrió un accidente que lo tiene en cama.
“Iba por la calle vendiendo, como siempre, de repente por el colegio de El Bosque sentí que el burro se tropezó, yo lo alcé y cuando él se ladeó, para el lado derecho, no pude aguantarlo más y caí con todo y burro, desde ahí no me he podido sentar más nunca”, relató el ciudadano de 81 años de edad.
El hombre, quien permanece en el Camino Suroccidente, le pide a la comunidad que ore por su pronta recuperación: “Yo le pido a Dios que pueda volver a vender como el último mondonguero en burro en Barranquilla, tengo 67 años de ser mondonguero por la misericordia de Dios”.
Palermo ejerce un oficio que para él es sinónimo de tradición, además, el hombre considera que el burro sobre el que recorre las calles no es simplemente un “medio de transporte”, sino su amigo y su compañero en un trabajo que va desapareciendo con el tiempo.
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