Durante el mes de septiembre se registraron 86 muertes violentas en el Atlántico, 85 de ellos en Barranquilla y su área metropolitana y tan solo uno en municipios.
Tener responsabilidad ciudadana es contar una verdad que algunos por años, en su mayoría servidores públicos, han negado de reiteradas maneras, especialmente en lo que tiene que ver con la violencia criminal y de ella los delitos de impacto en el departamento del Atlántico en cada una de sus regiones y en especial en el área metropolitana con su capital Barranquilla. Precisamente, en la ciudad capital es donde más se concentran los índices de violencia en medio de los constantes esfuerzos que adelantan las autoridades administrativas, de Policía, Fuerzas Armadas, Fiscalía y otros organismos de seguridad, en aras de la búsqueda de la paz y convivencia.
No vamos a hacer señalamientos de fracasos, la intención no es generar un debate, es enfrentar la realidad de lo que, desafortunadamente, está sucediendo en un 2024, que contrario a lo esperado por la sociedad civil, nos ha marcado unas lamentables cifras en materia de violencia criminal.
No bastaron los meses de enero a junio con altas cifras, ninguna de ellas inferiores a 60 muertes violentas en el departamento y otro número también amplio en la capital Barranquilla, Soledad y Malambo, algunas cifras desconocidas por las autoridades, que llegaron a hablar de una reducción del 35% de la criminalidad en el área metropolitana, lo cual no fue cierto.
Así, también hoy es una verdad que el mes de agosto marcó 92 muertes violentas en el departamento del Atlántico, según informaciones de las mismas autoridades, 76 de ellas ocurridas en el área metropolitana de Barranquilla, cifra que esperábamos iba a reducirse sustancialmente durante este mes de Septiembre que ya finalizó.
Las cifras, lamentablemente, nos demuestra lo contrario, pues 6 asesinatos ocurridos en la capital del departamento, tres de ellas, al menos, indicadoras de un futuro de violencia no muy claro acerca de lo cual no se puede guardar silencio sin enviar una alerta de prevención por el conocimiento que procede desde las mismas comunidades afectadas por está sintomatología violenta, permiten establecer que siendo las 11:59 p. m. de este 30 de Septiembre de 2024, 86 homicidios ocurrieron en el Atlántico, uno solo de ellos en el municipio de Baranoa, perteneciente a la jurisdicción de la Policía del Departamento, y el resto, 85, registrados en Barranquilla y su área metropolitana.
Es de anotar que septiembre del año 2023 registró 60 muertes violentas en el departamento, de ellas, 54 ocurrieron en el área metropolitana, 27 casos en Barranquilla, 15 en Soledad 9 en Malambo, 3 en Galapa y otros 6 asesinatos en resto de municipios del Atlántico: 2 en Luruaco; y 1 cada uno en Candelaria,Palmar de Varela, Sabanalarga y Sabanagrande.
Esta estadística, en su momento era impresionantemente alta para un año que por cierto llegó a la cifra de 770 asesinatos en el departamento del Atlántico, la más alta, al menos en 25 años en esta jurisdicción territorial.
Comparada estas cifras con los acontecimientos del mes de septiembre de 2024, la ciudad de Barranquilla registra, según las anotaciones evaluadas, 52 muertes violentas, la cifra más alta en muchos años de la historia delincuencial de esta capital, otrora región de paz. Le Sigue Soledad con 24 casos, Malambo con 7, Puerto Colombia con 2, para un total de 85 muertes violentas en el área metropolitana. Hay un caso exclusivo, afortunadamente en el resto del Atlántico solo se presentó un homicidio y fue en el municipio de Baranoa, como ya se señaló.
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Cifras para no ocultar, cifras para evaluar. ¿Qué nos ha pasado? Podremos decir que perdimos el norte como sociedad civil organizada, pacífica y conviviente, y permitimos hace una década o un poco más, en que las redes o las bandas criminales se aposentaran en este departamento sin que nuestras autoridades se hubiesen dado cuenta de las alertas oportunas enviadas desde sectores de opinión y que hoy, desafortunadamente, nos proyectan estas cifras macabras, así hay que reconocerlo y decirlo públicamente. Alguien debe responder, eso es propio de un Estado Social de derecho.