La violencia que brota entre las ‘barras bravas’ colombianas había dejado una reyerta en las gradas de ese estadio en Valencia.
Por: Iván Peña Ropaín.
Por el comportamiento de algunos, catalogados por muchos de “orate”, es que luego se produce un rechazo generalizado contra colombianos en diversos países, siendo España uno de esos y en los que se ve con mayor frecuencia la reticencia hacia los connacionales. Y no es para menos, en la tierra ibérica se llevó a cabo, la tarde del viernes 16 de junio, un partido amistoso entre las selecciones de Colombia e Irak y dos situaciones bochornosas dejaron malparado al país.
La primera actuación desafortunada, el choque de ‘barristas’ del América de Cali, Santa Fe y Millonarios en las gradas del estadio Mestalla, en la ciudad de Valencia, al que de paso le arrancaron varias sillas para agredirse entre sí. La segunda y que es de una total falta de respeto, un aficionado colombiano intentó besar a la fuerza a una periodista que se encontraba haciendo un informe a las afueras del escenario con relación al ambiente futbolero que se vivía de cara al juego entre colombianos e iraquíes.
La comunicadora española, de nombre Gemma Soler y quien realizaba un en vivo para el canal deportivo Espn, se encontraba hablando con el micrófono en su mano, cuando sin previo aviso de un costado de la cámara emanó un sujeto con la camiseta de la Selección Colombia y, luego de agarrarla por el cuello de manera hosca, intentó darle un beso.
Turbada pero con una notable cara de molestia y mirada inquisidora contra el hincha colombiano irrespetuoso, quien se marchó entre sonrisas como si fuese gracioso lo que hizo, Soler sorteó muy bien la situación y siguió con su informe frente a la cámara, aunque precavida al ver que por su lado izquierdo se le aproximaba otro seguidor de la Tricolor, pero por fortuna, este solo con la intención de saludar a la cámara.
Tras concluir su comentario noticioso y salir del aire, la periodista tuiteó en su red social: “Si alguien conoce al impresentable, le dicen de mi parte que la próxima vez que tenga ganas de dar un beso sin consentimiento, se amorre a un vertedero de estiércol”.
