Las honras fúnebres de esta mujer bolivarense se realizarán el día jueves 11 de mayo en la Funeraria La Paz, en Barranquilla.
Por: Iván Peña Ropaín.
A sus 96 años partió de este mundo Amira Matilde Vergara González, apodada con cariño y afecto entre familiares y amigos Doña Mati, quien fuera uno de esos hinchas que sintieron y sienten no solo a su Junior del alma correr por sus venas, estar en todo momento en su mente y hacer vibrar a cada instante su corazón, sino también hacerlo parte de su diario vivir, de su diario laboral.
Se conoció en las últimas horas de la triste noticia del fallecimiento de esta seguidora ‘tribuna’, ocurrido la tarde del martes 9 de mayo en la Clínica General del Norte, en Barranquilla, debido a quebrantos de salud que la complicaron más por su avanzada edad.
Doña Mati, desde muy joven, aun cuando vivía en su lugar de nacimiento, El Carmen de Bolívar, se enamoró de los colores Rojiblanco, esos a los que se ligaría, sin siquiera ella imaginárselo en broma, por 35 largos y hermosos años para ella. Inclusive, el equipo de los barranquilleros y costeños junioristas fue uno de esos primeros y tiernos quereres que enmarcan la etapa juvenil.
Forjó una íntima cercanía con el máximo referente de la Región Caribe en el fútbol profesional colombiano, y no solo en lo relacionado con ir al estadio a alentarlo, por escucharlo en la radio o verlo por televisión cada que jugaba por fuera de Curramba, o en los momentos en los que el peso de los años se lo impidió. Esta mujer fue la encargada de la cafetería y de los oficios varios en la institución barranquillera, siendo muy querida y respetada por cada uno de los jugadores y técnicos que conoció durante esos más de 30 años que laboró allí.
Y cómo llegó Doña Mati a dichas funciones, primero, gracias a aquella determinación que lleva a muchos a salir de su tierra natal por las pocas oportunidades para buscar un futuro mejor lejos de ella, y segundo, a Brígida, una vecina del barrio El Bosque, donde habitó una vez aterrizó en la Arenosa procedente de enunciada población bolivarense.
Tras forjar relaciones y tomar confianza con habitantes de ese punto del sur de la capital del Atlántico, la hincha juniorista no dudó en pedirle a Brígida que le ayudara a conseguir urgentemente un trabajo para empezar a ganar dinero y poder enviar a su familia, con tan buena suerte que en ese entonces ella trabaja en una de las empresas de Fuad Char, máximo accionista del Junior de Barranquilla.
No pasó mucho tiempo y una vacante se dio, comunicándole Brígida a su ya amiga Doña Mati que estaban requiriendo a una trabajadora para realizar los oficios varios en la sede administrativa del conjunto costeño, lo que no dudo ni una milésima de segundo por decir “si”; no solo por el ingreso económico que tendría, sino porque trabajaría nada más y nada menos que con el equipo que afirmó en vida “amará hasta en la otra vida”, desde donde lo seguirá alentando.
En su labor diaria se encargaba de darles la bienvenida y atender a jugadores y técnicos y otros miembros del plantel juniorista cuando estos, al visitar la sede administrativa, se daban una ‘pasadita’ por la cafetería para degustar algo.
El medio informativo conocido como La Cháchara, que también registró la partida de esta devota juniorista, evoca algunos de sus testimonios en vida, manifestando en uno de ellos que en todo el tiempo que estuvo en ese cargo, recuerda a cinco jugadores en especial por su humildad y amabilidad hacia ella: “Juan Carlos Delménico, Dulio Miranda, Gabriel Berdugo, Jesús ‘Toto’ Rubio y Fernando Fiorillo. Ellos fueron caballerosos conmigo”.
En testimonios de varios de esos jugadores, y de otras personas que visitaban la sede del Junior por asuntos contractuales y de papeleos, se le recuerda a Doña Mati como alguien con un enorme corazón, protectora de sabios consejos y quien efectuaba su trabajo con una sonrisa en todo momento.
“La gran Mati. La describo así por su inmensa capacidad de servicio y amor. ¡Qué mujer! La recuerdo con respeto y agradecimiento por su nivel de comprensión, aprendió a conocernos e identificaba el grado emocional en nosotros después de un juego fallido o una victoria. Su oficio lo realizó con suficiente esmero y excelente calidad, era como una madre que le preparaba la ropa a su hijo para lucir bien vestido en cada partido que enfrentamos. Yo era una persona muy cercana a ella, valoraba su esmero y capacidad de trabajo por hacer el máximo esfuerzo para que su trabajo se calificara de excelente. Siempre tenía una voz de ánimo y nos animaba diciendo que el próximo juego sería mejor. Gracias, Mati, nos quedamos cortos si tuviéramos que compensar tu amor y servicio”, se rescata en La Cháchara una declaración de ‘Toto’ Rubio.
¡Paz en la tumba de esta juniorista de corazón y labor!